“Una vida sin reflexión no merece la pena ser vivida”
Sócrates
El corazón de un niño
Cuando era pequeña, era más bien tímida y reservada, prefería permanecer en un segundo plano y observar. Aunque tenía algunos amigos, me conformaba tanto con hacer los deberes o pasar largas horas leyendo en mi cama, como con cualquier otra cosa.
Si los demás eran poco amables conmigo, no pensaba demasiado en ello y dejaba pasar las cosas fácilmente. No era desagradable con los demás y nunca les guardaba rencor. Ni siquiera se me ocurría ser así.
Siempre escuchaba a mis padres y a mis profesores y seguía las normas a rajatabla. Pensaba primero en los demás y trataba de hacer lo posible por ser útil. Creía que los demás eran buenos, aunque a veces no lo parecieran. Sabía la diferencia entre el bien y el mal y hacer lo correcto era algo natural y fácil.
Como mi estado de ánimo, mi vida era sencilla y sin complicaciones.


Creciendo
A medida que crecía, mis intereses personales también aumentaban. Mi deseo de divertirme y de hacer lo que quería, empezó a primar sobre el hecho de ser útil, incluso, a veces, de hacer lo correcto. Como resultado, por momentos hacía cosas de las que luego me arrepentía.
Pero cuando me comparaba con los otros, pensaba que no lo estaba haciendo tan mal. Después de todo, seguía intentando ser amable y ayudar a los demás. Pero mi nivel de exigencia no era el mismo que antes.
A menudo me decían que tenía que ser más fuerte, que no dejara que los demás me pisotearan y que hablara por mí misma para que no se aprovecharan de mí. Durante mi residencia de medicina de familia en Filadelfia, un compañero de clase llegó a sugerirme que volviera al apacible sur después de la formación, porque si no la ciudad me comería viva.
Poco a poco, perdí el corazón infantil que tenía antes y llegué a creer estas cosas. Sentía que si alguien me hacía daño, en lugar de dejarlo pasar, debía decir lo que pensaba.
A medida que disminuía mi tolerancia, crecían mis sentimientos de competitividad y celos, aunque en ese momento no lo sabía. Me molestaba más fácilmente y albergaba malos sentimientos hacia los demás, incluso por cosas pequeñas.
Egoísmo
A medida que mi egoísmo se hacía más fuerte, mi paciencia y compasión se debilitaban. Aun así, seguía creyendo que me comportaba mejor que los otros. A menudo despreciaba a los demás, lo que me permitía justificar mi propio mal comportamiento.
Muchas cosas estaban profundamente enterradas, como mi deseo de presumir y mi preocupación por lo que los demás pensaban de mí; estas partes egoístas llegaron a ser bastante fuertes. No me di cuenta de que estos pensamientos y comportamientos tapaban mi verdadero yo, el amable y compasivo.
Como resultado, a menudo dormía mal y mi mente no estaba en paz. La vida ya no era tan simple y sencilla como cuando era joven. Ahora, mi corazón estaba inquieto y a veces en el fondo, ya no me sentía bien conmigo misma.


Aprender a examinar mi corazón y mi mente
Hoy tengo la gran suerte de haber descubierto la importancia de examinar mi corazón en mi búsqueda por volver al estado mental puro y simple, que una vez tuve. Esto es gracias a una antigua práctica conocida como Falun Dafa, también llamada Falun Gong.
Falun Dafa es una práctica mental y corporal para la auto superación y la buena salud y aunque se originó en China, se practica en todo el mundo.
La práctica, transmitida por el Sr. Li Hongzhi, enseña a vivir según los principios Verdad (Zhen), Compasión (Shan) y Tolerancia (Ren) y se centra en mejorar el corazón y el carácter moral. Se puede encontrar en Internet un vídeo de introducción a la práctica.
He llegado a comprender que es importante mirarme a mí mismo, en lugar de señalar con el dedo a los demás por sus malas acciones. No es fácil, y a veces es incluso doloroso.
He descubierto cosas que no sabía que estaban ahí, cosas egoístas. Muchas cosas que veía en los demás, asuntos que a menudo me molestaban, eran, de hecho, cosas dentro de mí.
“Los antepasados reconocían que toda la vida sigue el ritmo del universo. La persona sabia es la que interioriza este ritmo, se armoniza con el ‘todo circundante’ y ajusta lo que hace, al flujo de la vida, al Tao”.
Abigail Brenner (Psychology Today)
Una mejor salud
Se piensa que lo que está en el interior se manifiesta en el exterior. Por lo tanto, el corazón y la mente tienen un papel importante en la salud.
Desde que practico Falun Dafa, he experimentado mejoras espectaculares e inesperadas en mi salud.
Cuando era adolescente, me diagnosticaron escoliosis. La curvatura de mi columna era tan severa que, para intentar evitar una cirugía mayor, tuve que llevar un corsé para la espalda 23 horas al día, siete días a la semana, durante más de dos años.
Aunque pude evitar la cirugía, mi dolor de espalda empeoró progresivamente y a menudo me irritaba debido al constante dolor y ardor. A pesar de profundos masajes, estiramientos, ejercicios de fuerza e incluso una mesa de inversión, mi dolor era implacable. Se convirtió en una parte inevitable de mi vida.
Al estudiar Falun Dafa y hacer los ejercicios con regularidad, un día me di cuenta de que la espalda ya no me dolía como antes. Esta mejora continuó; ahora ya no tengo dolor de espalda, algo que antes creía imposible.
También, en el pasado varias veces tuve ataques de vesícula biliar, algo que también se resolvió junto con problemas hormonales. Ahora duermo profundamente y tengo toda la energía que necesito para pasar el día, algo que siempre me había faltado.
Hay muchas historias de practicantes que experimentan beneficios para la salud, algunos de los cuales son realmente sorprendentes.


La vida no es fácil para ninguno de nosotros. Pruebas y tribulaciones aparecen inevitablemente, a veces pequeñas, a veces grandes, y a veces como una tormenta, con muchas lluvias a la vez.
Sin embargo, cuando persevero y veo las dificultades como oportunidades, como oportunidades para hacer lo correcto, incluso cuando es dolorosamente difícil hacerlo, me siento mejor por ello.
En palabras de Carl Jung:
“Tu visión será clara sólo cuando puedas mirar dentro de tu propio corazón. Quien mira afuera, sueña; quien mira adentro, despierta”.
Independientemente de la afiliación religiosa o espiritual de cada uno, los principios universales de verdad, compasión y tolerancia son reconocidos por todos como buenos y rectos.
Llevarlos en el corazón te brinda un espacio de autorreflexión y superación. Sea cual sea el camino que elijas, el mundo es naturalmente un lugar mejor cuando mejoras tu corazón.