Había una vez un cortador de piedras que trabajaba duro todo el día. Cortaba rocas para usarlas en la construcción. Se sentía amargado después de trabajar tan duro toda su vida.
Un día, vio a un funcionario de gobierno sentado en un carro tirado por finos caballos. Sintió un profundo deseo de ser poderoso y de vivir cómodo.
De repente, se le acercó un monje Taoísta y, para su sorpresa, el monje levantó al cortador de piedras y le dijo que cumpliría su deseo de ser poderoso, a lo que el cantero respondió que quería ser el más poderoso: Un funcionario de gobierno.
«Muy bien», dijo el monje y lo llevó hacia el carro. No los podían ver, pero oyeron al oficial quejarse del sol y de lo caluroso que estaba el vehículo.
El cortador de piedras miró hacia arriba y viendo el sol en toda su gloria le dijo al monje que quería ser el sol, ya que nada podría ser más poderoso que el sol, ¿verdad? «Muy bien», dijo el monje y llevó al cantero hacia el sol.
Tardó algún tiempo llegar allí, pero cuando lo hicieron, algunas nubes se habían reunido alrededor del sol, bloqueando sus rayos. El sol no estaba contento, pero no podía hacer nada al respecto.
Le dijo al monje que quería ser el viento. «Muy bien», dijo el monje y le preguntó si esa era la elección final del cortador de piedras.
– «Sí, definitivamente, el viento no se preocupa por nadie. Es el más poderoso y puede arrasar con todo lo que se encuentre en su camino», respondió el cantero. Esto es lo que quiero.
– «Pero mira esa roca», dijo el monje, «el viento no puede soplarla».
Mirando la roca, el cortador de piedra se rascó la cabeza con asombro y respondió que eso era imposible. «Tan poderosa, pero la roca se mantiene firme», pensó.
Miró al monje y le dijo que por última vez él quería ser la roca. Así que el monje bajó al suelo y le permitió tocar la roca y sentir su fuerza. «Sí, sí, es tan poderosa», comentó.
Pero entonces, escuchó un golpeteo en el otro lado. Pronto, la roca se rompió y cayó al suelo en pedazos más pequeños. Azotado por el miedo, el cortador de piedras giró y lo qué vio fue… a sí mismo.
La llamada del mundo
A lo largo de la vida deambulamos, atendiendo el llamado del mundo para ser más ricos, más sanos, construir una vida con poder, estatus, buena fortuna, buena progenie.
Pero, al final ¿a dónde nos lleva esto? ¿Crees que todos los millonarios van a sus lechos de muerte completamente satisfechos con las vidas que llevaron?
Estudiamos duro, trabajamos duro, acumulamos riqueza; vamos tras posiciones poderosas dentro de la comunidad y nos esforzamos por construir nuestra influencia; pero al final del día, ¿estamos contentos? ¿Estamos haciendo lo correcto? ¿Es para esto que nos pusieron en esta Tierra?
La mayoría de nosotros tenemos el cuerpo enfermo, tenemos la mente agotada con millones de pensamientos; no tenemos la paciencia para tomar un descanso, la calma para simplemente sentarnos y mirar el sol reflejándose en las olas.
Reflexionamos cuando nos vemos obligados a hacerlo, estando en una cama de hospital, o en momentos de pérdida extrema. Pero para entonces, a menudo es demasiado tarde. Bueno, en realidad, nunca es demasiado tarde.
La llamada de la naturaleza
Los Taoístas creen que la forma correcta de vivir es seguir el curso de la naturaleza. Bueno pero, ¿cuál es el curso de la naturaleza?
Un aspecto de seguir el curso de la naturaleza es tomar las cosas a la ligera. No apegarse a la fama, a la riqueza y estar contento con tu suerte, sin importar cuanta sea.
Nos enseñan a nadar en la dirección de la corriente y no contra ella. Los Taoístas también creen que lo único que puedes cambiar es a ti mismo.
Esto sería una llamada de atención para los guerreros de la justicia social que centran sus esfuerzos en cambiar el mundo pero no miran hacia adentro y se niegan a trabajar en sí mismos. Cuando haces esto, es decir, mejorarte a ti mismo y alcanzar un estado sin intención, el resto comienza a tener sentido.
Como en la historia anterior, todo tiene su lugar en el universo. Eso incluye al cortador de piedra, la roca, las nubes y a ti.
El ideal occidental de perseguir tus sueños, pasión y felicidad, está en desacuerdo con el concepto taoísta de dejarlo todo y lograr la paz interior.
La elección continua: aspirar a un estándar de «progreso» hecho por el hombre o seguir el camino del universo, es decir, el Tao.