Por Ben Maloney —
Esta semana el Consejo de Seguridad de la ONU arrojó algo de luz sobre la sombría situación de los derechos humanos en Corea del Norte a través de los dichos de la embajadora estadounidense, Samantha Power, quien advirtió que vivir en ese país es «vivir una pesadilla».
Por primera vez la situación de los derechos humanos en la Corea del Norte comunista fue discutida por el Consejo de Seguridad de la ONU. A principios de año, la Comisión de Derechos Humanos del Consejo de Seguridad de la ONU informó que Corea del Norte tenía un estimado de 100.000 personas detenidas en campos de prisioneros.
Las imágenes de los campos de prisioneros captadas satelitalmente constituyen evidencia suficiente, así como incontables horas de declaraciones de testigos.
Un ex guardia de uno de los campamentos, Ahn Myong Chul, dio testimonio de cómo los guardias violaban sistemáticamente a las detenidas. Una ex prisionera, Kim Young-soon, dijo a los investigadores que los reclusos estaban tan hambrientos que se vieron obligados a buscar granos de maíz en los excrementos del ganado.
China, que tiene poder de veto en el Consejo, no hizo ningún esfuerzo por condenar las violaciones a los derechos humanos perpetrados por Corea del Norte. El embajador de China, Liu Jieyi, dijo que el Consejo: «debe abstenerse de hacer cualquier cosa que pueda causar una escalada de las tensiones«.
China es responsable de algunos de los peores abusos a los derechos humanos en el mundo, es rápida para tratar de silenciar cualquier debate sobre derechos humanos, pero queda claro que esos crímenes de lesa humanidad cometidos por Corea del Norte deben ser expuestos.
La Asamblea General de la ONU instó a los 15 miembros del Consejo a elevar las denuncias por abusos a los derechos humanos en Corea del Norte a la Corte Penal Internacional. E.UU., Francia y el Reino Unido apoyan la iniciativa, pero el Consejo aún no ha tomado ninguna medida.
