A finales de marzo, Makbule Sevim, inmigrante turca de 58 años de edad en Francia, se infectó con el virus del PCCh (neumonía de Wuhan).
Estaba agonizando.
Makbule nació en Tunceli, Turquía. Se mudó a Francia varios años antes y trabajaba en la industria agrícola de la ciudad oriental de Mulhouse.
El virus de China se extendió por todo el mundo y Francia se convirtió en una de las zonas más afectadas de Europa. A finales de marzo, Makbule sintió que mostraba síntomas de la infección y no podía comer. Fue al hospital y le diagnosticaron Covid-19.
El médico le dijo que tenía que estar en cuarentena durante 14 días. Pero no se atrevió a quedarse, tenía demasiado miedo. Makbule pensaba que el hospital era un lugar del que nadie saldría vivo si se hubiera infectado con el coronavirus del PCCh. Así que se fue a casa.
El coronavirus del PCCh no tiene cura. Durante 11 días, Makbule no pudo comer nada, ya que lo que se ponía en la boca tenía un sabor terrible.
Sentía como si hubiera serpientes arrastrándose bajo su piel y criaturas moliendo sus huesos. Parecía oír el sonido de su carne y sus huesos desgarrándose. Dijo que todo era tan doloroso que quería suicidarse.
Su familia vio con impotencia como se puso pálida y se deterioró tan rápidamente. Aparte del apoyo emocional y espiritual, no podían darle ninguna ayuda real.
Lo que, es más, a su angustia se sumaba que necesitaba mantenerse distanciada de su familia. Cuando fue al hospital para un chequeo, el doctor le dijo que no podían ayudarla, porque el virus del PCCh no tiene cura.
Palabras sagradas que dan vida
Fue en ese momento que el sobrino de Makbule, residente en los Países Bajos, se puso en contacto con ella y su destino dio un gran giro para mejor. Su sobrino es practicante de Falun Dafa.
Durante su conversación, él le dijo que sólo la Gran Ley podía ayudarla. Para su bienestar, él animó a su preciosa tía a recitar sinceramente: «Falun Dafa es bueno. Verdad, Compasión y Tolerancia son buenas».
Por desesperación, ella aprovechó esta oportunidad como salvación de su vida y siguió el consejo de su sobrino. Ella sinceramente recitó con él: «¡Falun Dafa es bueno. Verdad, Compasión y Tolerancia son buenas!»
Para su sorpresa, se sintió mucho mejor inmediatamente después de decir esas palabras sagradas.
«Cada vez que las recito, me siento viva, vuelvo a la vida una y otra vez – ¿Cómo lo hice?»
Durante la charla, exclamó varias veces: «¡Es un milagro!»
Falun Gong (también conocido como Falun Dafa) es una práctica de cultivación completa de la Escuela Buda (aunque no es budismo), para la mente, el cuerpo y el espíritu. El 13 de mayo de 1992, el Sr. Li Hongzhi de Changchun, China, introdujo esta práctica pacífica al público, junto con cinco poderosos ejercicios.
La filosofía rectora de Falun Gong es: «Verdad, Compasión, Tolerancia». El énfasis para los practicantes es vivir en armonía con el Cielo y la Tierra, elevar su carácter moral, volver a su naturaleza noble y ser amables y virtuosos.
Testigo del milagro de Falun Dafa
Makbule, que ha vuelto a nacer de la enfermedad, es ahora un testigo agradecido del milagro de Falun Dafa. Dice que ahora puede comer, hablar, hacer las tareas domésticas y cocinar. Aunque a veces se cansa un poco, es positiva y saludable.
De su sobrino practicante de Falun Dafa, Makbule también ha aprendido cómo el Partido Comunista Chino (PCCh) persigue a los practicantes de Falun Gong, y cómo ocultó la verdad sobre el brote, causando que la pandemia se extendiera por todo el mundo.
Al mismo tiempo, también entiende la verdad del bien y del mal, y cree que el coronavirus es el castigo por las malas acciones del PCCh.
«Es importante que las personas sean honestas y se ayuden mutuamente en estos tiempos difíciles y que mantengan un buen carácter moral»,
añadió.
«Espero que Dios los ayude a todos. Para los que hicieron esto [el Partido Comunista Chino], es un genocidio a la gente de todo el mundo y va en contra de la naturaleza humana».
El 20 de abril, su sobrino volvió a hablar con ella, lo puso al día sobre su estado. Le comentó que estaba bien ahora y que ni siquiera quería recordar esos terribles días.
Además, dejó de tomar su medicina y ya no está usando analgésicos. Por teléfono sonaba animada, sana y con la mente clara.