Por Jack Roberts
El ciclismo de montaña es un apasionante deporte de aventura. Miles de entusiastas del ciclismo participan cada año en desafiantes carreras que recorren rutas salvajes y agrestes en diversas partes del mundo.
Uno de los desafíos que se considera difíciles es la Carrera de Montaña del Atlas de Marruecos, sin embargo, no se compara con la Carrera de Montaña de la Ruta de la Seda, la cual se comprobó que es la mas agotadora y tediosa del mundo y se celebra en Kirguistán, un país montañoso y sin salida al mar de Asia Central.
Una carrera por la Ruta de la Seda
La Silk Road Mountain Race atraviesa montañas implacables y climas extremos, que pasan factura a los ciclistas, dejando a muchos de ellos heridos y exasperados. Este desafío fue iniciado en 2018 por Nelson Trees, dos veces finalista de la Transcontinental Race y veterano del cicloturismo de larga distancia.
Entre lo que se dice de esta carrera, se encuentra lo siguiente:
«La Carrera de Montaña de la Ruta de la Seda, es una carrera ciclista de una sola etapa, sin apoyo y con un recorrido fijo por las montañas de Kirguistán. El reloj no se detiene y no hay premios.
Transcurre por grava, pistas sencillas y dobles y antiguas carreteras soviéticas olvidadas y en mal estado. Hay muy poco asfalto. Hay que caminar, y a veces hay grandes distancias entre puntos de reabastecimiento».
Sofiane Sehili, corredor francés, ganó la Carrera de Montaña del Atlas en 2020, pero la carrera ciclista de Kirguistán resultó ser demasiado exigente para él.
No obstante, completó la Carrera de Montaña de la Ruta de la Seda en 2021 y se proclamó vencedor. Por esta hazaña le regalaron cerveza y un sombrero tradicional kirguís bordado.
No había trofeos brillantes ni premios en metálico para el ganador. Sin embargo, son las dificultades y el sobrepasar sus propios límites, lo que motiva a la mayoría de los corredores.
Los que participan, son considerados los mejores entre los mejores y vienen de todos los rincones del mundo para domar este terreno tan difícil. La prueba anual se celebra en agosto, y este año tuvo lugar del 12 al 27 de dicho mes.

La Carrera de Montaña de la Ruta de la Seda exige a los participantes recorrer 1.900 km a través de difíciles terrenos montañosos en Kirguistán.
El cambio de altitud y el clima son abruptos y duros. Los obstáculos son muchos a lo largo del camino, el cual es árido y no tiene hábitat humano. Sin embargo, hay puntos de re abastecimiento de agua y alimentos a lo largo de la ruta.
Hay algunos pueblos a lo largo de la ruta, pero el resto del recorrido transcurre por un entorno estéril con escasos recursos. Así que los corredores deben confiar en su habilidad, fuerza de voluntad y presencia de ánimo para hacer frente a los diversos obstáculos que se les presenta.
Solo un tercio de los 100 competidores internacionales que tomaron la salida en la prueba inaugural de agosto de 2018 terminó el desafío.
Una ruta utilizada por Marco Polo y Gengis Kan
Aunque la ruta en bicicleta es difícil, es conocida por su importancia histórica y cultural. Los participantes deben cruzar el paso de Terek, con una elevación de más de 3870.96 metros.
Por él pasaron trotamundos como Marco Polo y monarcas como Gengis Kan y su ejército mongol.
La ruta está cubierta de rocas afiladas, que a menudo dañan las bicicletas y los neumáticos.
El ciclista de ultradistancia Levente Bagoly tuvo que abandonar a mitad de camino después de que los neumáticos de su bicicleta resultaran demasiado dañados y empezara a experimentar problemas de salud.
Acabó abandonando la carrera de 2021, pero prometió volver.

Condiciones meteorológicas extremas
Los ciclistas se enfrentan a los obstáculos que plantean las condiciones meteorológicas extremas a lo largo del camino. Las tormentas de nieve, en particular, dificultan la marcha y atravesarlas puede ser peligroso.
Sin embargo, el clima cambiante de la montaña es la mayor amenaza para los ciclistas, ya que es impredecible.
Para llegar al último punto de la carrera es Tash Rabat; hay que atravesar un tramo de 28,96 kilómetros de tierra estéril. El accidentado camino de grava pasa factura al cuerpo.
A veces, el camino es tan empinado que los ciclistas deben cargar con sus bicicletas. Por desgracia, el descenso es igual de traicionero, y las frenadas bruscas pueden provocar graves accidentes.
La mayoría de los corredores dependen de su voluntad para superar lesiones y bicicletas dañadas. La canadiense Jenny Tough es un ejemplo, ya que a mitad de carrera se vio afectada por una gran tormenta eléctrica y corrimientos de tierra, y aun así siguió adelante.
Por su parte, el checo Martin Písačka tuvo que completar la última parte del recorrido caminando con los zapatos de un aldeano local, ya que los suyos estaban hechos trizas.
Dijo Písačka tras completar la carrera:
«Sé que este deporte es un esfuerzo egoísta. Sin embargo, cuando estoy en la montaña, mi mente está tranquila. No pienso en nada mas que en la carrera, la comida y el refugio.
La vida se vuelve mucho más sencilla. En esos momentos, las vistas son perfectas, la gente que conozco es perfecta, y cada día es el mejor día».