Por Hao Tian/Isabel Chang
¿Por qué el maestro le pide a su joven discípulo vender colorete?
Había una vez un joven que había intentado pasar el examen del gobierno varias veces. Estaba desanimado, entonces decidió dejar sus estudios y buscar caminos para convertirse en un inmortal. Algunas personas lo ayudaron, y finalmente fue a una cueva en las montañas, y encontró a un viejo cultivador. El cultivador lo miró profundamente, y se puso bastante contento. Le preguntó al joven, lentamente: “¿Qué quieres aprender? Tengo el poder de Midas, que puede transformar piedras en oro al tocarlas, el poder de volar, y también puedo desaparecer en el aire”. El joven no lo pensó mucho y dijo: “Sólo quiero aprender el Dao”. Entonces, el viejo cultivador le explicó el Dao cada día y le enseñó cómo meditar para alcanzar la tranquilidad.
Unos pocos años después, el viejo cultivador le dijo al joven que quería construir un gran templo, pero que no tenía suficiente dinero. Pretendía que el joven fuera a vender colorete al mercado que quedaba bajando la montaña. Al joven esto no le gustó, pero era una orden de su maestro, por lo que tenía que obedecer. Le preguntó al viejo cultivador: “Maestro, no tengo dinero, ¿a dónde consigo colorete para vender?” El maestro señaló un cúmulo de piedras. En un parpadeo, aparecieron varias cajas del mejor colorete del mundo. El joven no podía entender por qué su maestro que podía convertir una cosa en otra le pedía a él, vender colorete para ganar dinero. A pesar de esta duda en su mente, continuó con lo que su maestro le había pedido.
Así, con un corazón poco predispuesto, llevaba su caja de colorete cuesta abajo todos los días. Era introvertido, discreto y tímido. Se sentía fuera de lugar en el mercado. Eligió una esquina tranquila en el ruidoso mercado y trató de vender el colorete con una voz débil, que difícilmente sería escuchada a menos que uno realmente prestara atención. El maestro se sentó no muy lejos y agitaba su cabeza: el cultivador estaba muy temeroso en el mercado del mundo secular; entonces el maestro se transformó en un carnicero hosco de gran habilidad. Fue hacia el joven y le preguntó qué estaba vendiendo. El joven bajó su cabeza y se sonrojó. Entonces él aclaró su voz y dijo con tono tembloroso, “vendo colorete”. El carnicero le dijo: “Si quieres vender, tienes que hablar más alto así la gente te escuchará. Con esa voz tan débil, ¿quién puede escucharte? Si continúas así con esa voz tan débil, destruiré tu mercancía”.
El joven no podía creer lo que le había pasado. En un momento estaba todo bien en el mercado y de repente se le apareció este rudo carnicero de la nada. “Bien”, pensó, “debo conseguir lo que mi maestro me pidió”. Fue así como superó su timidez y pudo gradualmente ofrecer sus productos a viva voz. En el mercado ocurrían toda clase de incómodas situaciones como: peleas, riñas, niños llorando y pandilleros busca pleitos. No podía tranquilizarse luego de regresar a la montaña. Se sentía incómodo al preguntar a su maestro, pero lentamente se iluminaba al hecho de que él era un cultivador y que vino por el Dao y que una vez que tuviera el Dao en su corazón, estaría fuera de los asuntos mundanos. Realmente, no había nada que no pudiera superar.
Un mes pasó, pero el joven no había logrado hacer una sola venta. Era consciente de que vender colorete era, en ese momento, más difícil que la cultivación. Luego se dio cuenta de que podía hacer cualquier cosa que le pidiera su maestro si él mantenía su corazón feliz. Sin embargo, un día advirtió que para vender colorete, necesitaba establecer relaciones con las mujeres. Eso era realmente muy duro, no solamente tenía que hablar con mujeres, sino también ayudarlas a probar el color. Lentamente, se iluminó al hecho de que él era un cultivador y que estaba más allá de la gente común. Nada debía afectar su corazón en la cultivación.
Un día una diosa en el templo quiso ver cuán diligente era él. La diosa se transformó en una hermosa doncella y fue a seducir al joven. Pero éste no se inmutó. La diosa quedó encantada por eso y se transformó en una sencilla mujer de mediana edad. Compró un colorete y cuando se maquilló, inmediatamente se transformó en una hermosa joven. Mucha gente vio eso y fueron a comprar el colorete milagroso. Casualmente, en ese momento, la reina se dirigía al templo cercano para presentar sus respetos al Buda. Al ver a toda esa gente exaltada, quiso averiguar la razón. Cuando se enteró que era por el colorete, compró todo el que había por cien piezas de oro. El joven observaba las cien piezas de oro y pensaba que su maestro, finalmente, podía construir el templo que deseaba. Se sentía feliz mientras regresaba a la montaña.
A medio camino, el joven vio que unos soldados intentaban violar a un grupo de jovencitas. Inmediatamente gritó fuerte, diciendo que tenía oro y que quería intercambiarlo por las jovencitas. El líder de los soldados estaba satisfecho con tomar el oro y dejar ir a las jóvenes. Luego, el joven cultivador pensó que todo era muy impredecible; un minuto atrás el deseo de su maestro ya se había logrado, pero ahora todas las piezas de oro se habían ido como los pensamientos de construir un templo.
Le relató a su maestro todo lo que le había pasado. Luego de escucharlo, el maestro señaló al cielo. El joven vio un templo magnífico. El maestro le dijo: “Me has ayudado a construir ese templo. Ese templo se ha construido cada vez que mantenías tu corazón tranquilo y diligente mientras vendías el colorete”.
Relato de Zhenjian.org