Por Li Liang / traducido por Isabel Chang
Uno debería deshacerse del sentimentalismo con el fin de cultivarse
En la leyenda, Sakyamuni llegó al estado Shewei para difundir sus enseñanzas y por lo tanto hizo del lugar un paraíso: la gente se volvió cortés, comprensiva, ayudaban a los demás y se cuidaban unos a otros.
Cuando esta buena noticia se extendió a otros estados, un hereje pasó por enormes dificultades y viajó desde muy lejos para ver a Sakyamuni. Sin embargo, experimentó algo muy desconcertante durante el viaje.
Resultó que Shewei se encontraba en una región tropical en la que había muchas serpientes venenosas. Muchas personas murieron a causa de los ataques de las serpientes. Cuando este hombre llegó a la entrada de la ciudad, vio a un padre y a su hijo trabajando en el campo. De repente una serpiente venenosa saltó de la hierba y mordió al hijo quien murió poco después. Pero el padre continuó su trabajo en el campo como si nada hubiera pasado.
El hombre se sintió extrañado y le preguntó al anciano: «¿Quién era el joven?» «Él era mi hijo«.
«¿Por qué no sientes dolor por su muerte? ¿Es su hijo biológico? «
«No hay razón para estar triste. La gente tiene que morir ya que es la regla de la naturaleza. Si hizo buenas obras, será recompensado, si hizo cosas malas, será castigado. Mi dolor no le hace ningún bien».
El anciano miró al hombre y le preguntó: «Usted va para la ciudad, ¿verdad? ¿Puede hacerme un favor? «
Después de que el hombre le preguntó qué podía hacer, el anciano dijo: «Una vez dentro de la ciudad, gire a la derecha a la segunda casa y dígale a mi familia que nuestro hijo está muerto por el ataque de una serpiente y una ración de comida es suficiente para hoy«.
El hereje encontró la vieja casa del granjero y habló con su esposa, «Su hijo murió por la mordedura de una serpiente y su esposo, dijo que una ración de comida será suficiente para hoy«. La anciana le dio las gracias por el mensaje y no mostró dolor. El hombre le preguntó: «¿No está triste por su hijo?».
La anciana dijo: «Vino a nuestra familia totalmente por cuenta propia y no le pedimos que viniera, como un huésped en un hotel. Ahora se ha ido y no pude evitarlo. No hay nada que podamos hacer al respecto».
El hereje pensó que esta pareja de ancianos tenía realmente el corazón frío. Al mismo tiempo, la hermana del joven fallecido salió. El hombre le preguntó: «Tu hermano está muerto, ¿estás triste?»
La joven respondió: «Él ya está muerto, ¿por qué debería estar triste? Nosotros dos somos como dos troncos atados flotando en el agua. Pero cada uno de nosotros tiene su propio destino. Si él quiso irse temprano, no puedo hacer nada al respecto».
Después que la joven terminó de hablar, otra mujer dijo: «Mi marido acaba de morir«.
Ahora, el hereje estaba realmente confundido, “Su marido está muerto, ¿realmente no le importa?»
La viuda dijo: «Somos igual que dos pájaros en el cielo. Nos quedamos juntos en la noche, pero por la mañana, tenemos que ir a buscar la comida. Cada uno tenemos nuestro propio destino. Si un ave se va y no regresa, es que está destinado a ser así. No puedo llevar en mis hombros su karma y eventualmente, nos vamos a separar».
El hereje se arrepintió de haberse tomado la molestia de ir a ese estado. Él había ido porque la gente decía que los residentes en este lugar eran cariñosos y atentos. Pero él pensaba que todos eran insensibles y crueles.
Sin embargo, él no quería volver a su casa con las manos vacías y fue a ver a Sakyamuni para conocer la verdad.
El hombre estaba lleno de dudas en su corazón, pero se sentó en silencio junto al Buda.
Por supuesto, Sakyamuni sabía lo que le preocupaba, pero le preguntó al hombre: «¿Cuál es hoy tú problema?»
El hombre dijo: «Nada es como creo que debería ser. Estoy muy confundido«.
Buda dijo con compasión, «Sólo dime todo, ya que la preocupación no puede resolver nada».
«Yo he venido desde lejos debido a la buena reputación de la gente de aquí. Pero lo que me encontré hoy fue todo lo contrario. Nunca he conocido nada tan en contra de la naturaleza humana y no hay compasión alguna” y contó el hombre al Buda toda la historia del granjero y su familia.
El Buda solo sonrió e iluminó al hombre. «Lo que quieres ver y oír es sólo sentimentalismo. Los principios de la Escuela Buda no son así. Hay que purificar el sentimentalismo a la verdad que le corresponde y que es la parte importante de la cultivación. La familia que viste entiende que la vida es impredecible. Una vez que alguien ha muerto, el llanto y el dolor no le hará ningún bien a la persona fallecida. Su alegría por la vida o la tristeza por la muerte es sólo su apego a la vida«.
Después de oír lo que dijo el Buda, el hombre se iluminó. Renuncio a su fe y se convirtió en un serio y diligente cultivador de Sakyamuni.