Un lobo agradecido

Esta historia sucedió en China en la época del Emperador Daoguang durante la Dinastía Qing (1782-1850). Habían muchas montañas al sureste de Jinan en la Provincia de Shandong, donde vivían lobos. Una zona era llamada Montaña Lobo donde se podía ver a los lobos corriendo en manadas.

Debido a su trabajo, un carpintero de nombre Jai Cai viajaba a menudo de ida y vuelta por los caminos de la montaña.

Un día, Jia Cai fue a casa pasando por la Montaña Lobo.

Vio a un lobo cachorro llorando lastimosamente en su guarida; esperó un rato, confirmó que no había ningún lobo adulto alrededor, caminó audazmente y se llevó al pequeño lobo a casa.

Una vez en su casa, Jia tomó un cuchillo, cortó la cola del cachorro, lo apodó Ruyi y lo crío como si fuera un perro.

Dos años más tarde, Ruyi había crecido hasta ser más grande que el perro promedio y era mucho más feroz.

Los aldeanos se acercaban a Ruyi con miedo y precaución. Más tarde, Jia Cai descubrió que Ruyi parecía estar decidido a atacar a los niños.

Jia Cai tenía tanto miedo de que Ruyi lastimará a la gente que le dijo al lobo

“Al principio, tu madre murió. Si no te hubiera traído conmigo para criarte, ya habrías muerto de hambre en las montañas.

Ahora que has crecido, no es adecuado que vivas aquí. Hoy, te dejaré volver a las montañas a las que perteneces”.

Jia Cai alimentó a Ruyi, lo llevó a la montaña, le dijo que estaba en casa y se fue. Sin embargo, cuando se dio la vuelta y regresó a su casa, Ruyi estaba allí.

A pesar de caminar rápido, Ruyi era igual de rápido. Cuando su caminar era lento, Ruyi también caminaba lento. Jia Cai le dijo «No necesitas caminar conmigo«. Ruyi se detuvo y miró a Jia Cai con los ojos llenos de decepción.

Jia Cai también se mostraba algo renuente a abandonar a Ruyi. Después de estar juntos por tanto tiempo, amaba a Ruyi, pero sentía que debía hacer esto. Continuó.

Después de caminar alrededor de un kilometro y medio, no pudo evitar mirar hacia atrás y descubrió que Ruyi estaba sentado en una piedra, mirándolo.

Después de caminar cerca de un kilometro y medio, no pudo evitar mirar hacia atrás y descubrió que Ruyi estaba sentado en una piedra, mirándolo. (Imagen: vía pixabay / CC0 1.0)

Debido a su trabajo, Jia Cai siempre llegaba muy tarde a su casa. Cuando pasaba por la Montaña Lobo, usualmente era ya a la puesta de sol.

Un día, se fue a casa más tarde de lo habitual y tres lobos aparecieron en el camino que tenía por delante. Jia se sorprendió, se detuvo y los miró en silencio.

Si solo hubiese habido  un lobo, no habría sido problema, pero lidiar con con tres, no estaba seguro. Miró a su alrededor y vio el acantilado no muy lejos.

Retrocedió en silencio al borde del acantilado para evitar que los lobos lo atacaran por detrás

El hombre y los lobos se enfrentaron por un tiempo, luego llegaron otros dos lobos y después algunos más; un total de 10 terminaron frente a él dispuestos en forma de abanico.

Jia Cai notó que algunos lobos parecían estar listos para atacarlo. Estaba aterrorizado y gritó «¿Estoy destinado a morir hoy aquí?»

Inesperadamente, uno de los lobos escuchó su voz y de repente levantó la vista. Se dio la vuelta para enfrentar a los lobos. Su espalda se volvió hacia Jia Cai y se retiró lentamente.

Aparentemente le dijo a Jia Cai «Mira y ve mi cola». En ese momento, la luz de la luna estaba saliendo. Cuando vio que el lobo que se retiraba a su lado no tenía cola, reconoció que era Ruyi y gritó: «¡Ruyi, sálvame!»

Al ser llamado por su nombre y alentado, Ruyi se volvió hacia los lobos. Al cabo de un rato, los lobos se dieron por vencidos y se dispersaron uno por uno.

Jia Cai todavía no se sentía seguro y gritó “¡Ruyi, acompáñame a casa!” Entonces, Ruyi lo siguió y vigiló a Jia Cai hasta que llegó a su casa.

Jia Cai le contó a su esposa lo que acababa de suceder. Con emoción le relató que si no fuera por Ruyi, habría sido devorado por los lobos.

Entonces su esposa le sirvió la cena. Pero, Jia Cai no la comió y se la dio a Ruyi antes de dejarlo ir.

A partir de entonces, a menudo Ruyi esperaba a Jia Cai en el camino y lo acompañaba a su casa.

Si otras personas en la aldea tenían la mala suerte de encontrarse con una manada de lobos, siempre que veían que había un lobo sin cola, solo necesitaban gritar “¡Ruyi!” Y Ruyi alejaría a los lobos.

Una noche, hubo un golpe repentino en la puerta. Jia Cai lo abrió y encontró a Ruyi empapado, en el suelo, con una abultada bolsa de tela.

Jia la abrió y vio que estaba llena de plata, había unas 200 monedas. ¿De dónde salieron tantas monedas de plata? Jia Cai pensó que un viajero debía haber sido asesinado por lobos y que Ruyi se llevó la plata para pagarle. Como la plata no tenía propiedad, Jia Cai la aceptó.

Una noche, Ruyi se presentó en la puerta de Jia Cai con una abultada bolsa de tela, llena de monedas de platas.(Imagen: viapixabay / CC0 1.0)

 

Después de eso, a menudo Ruyi visitaba la casa con monedas de plata u otros objetos valiosos.

Después de un tiempo, Ruyi llegaba durante el día o se quedaba en la casa de Jia Cai o en la calle y se encontraba con los aldeanos los que ya no le tenían miedo, incluso le daban comida.

A los ojos de los aldeanos, Ruyi ya no era un lobo feroz, solo un perro grande del pueblo.

Más adelante, Jia Cai murió y fue enterrado fuera de la aldea. Los aldeanos a menudo encontraban a Ruyi tendido junto a su tumba.

Esto continuo más de un año. Después de eso, no volvieron a ver a Ruyi nunca más.

Traducido por Jean Chen

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