Toda una vida de virtud: el emperador Kangxi, querido y alabado incluso por extranjeros

Por Tatiana Denning

El emperador Kangxi, nacido como Aisin Gioro Xuan Ye, ascendió al trono a la edad de ocho años y reinó durante 61 años, de 1661 a 1722. El nombre que eligió para su reinado fue «Kangxi», que significa «armonía pacífica», lo que representaba su deseo de bienestar y benevolencia para su pueblo.

Bajo su mandato,en aquella época, China se convirtió en el país más grande en términos de territorio, era el más poblado, el más rico en términos económicos, el más próspero culturalmente y la nación más poderosa del mundo. Inauguró un periodo conocido como la «Edad de Oro de Kang-Qian» y fue considerado un gobernante ejemplar pocas veces visto a lo largo de la historia.

Unir el país con benevolencia y tolerancia

Cuando Kangxi ascendió al trono, hubo problemas internos y externos. La unificación del país aún estaba incompleta en aquella época, y el pueblo sufría. Kangxi adoptó una mentalidad amplia y creía que «sólo los benévolos son invencibles».

La unificación del país aún estaba incompleta cuando Kangxi comenzó su gobierno, y el pueblo sufría. (Imagen: Dominio público vía Wikimedia)

A los 16 años, utilizó una sabiduría y un valor extraordinarios para eliminar al opresor regente llamado Oboi. Posteriormente reprimió la Rebelión de los Tres señores Feudales, pacificó Taiwán, lanzó dos expediciones contra el kanato Dzungar, repelió a Rusia desde el norte y estableció un firme control sobre toda la nación, logrando la gran unificación del país chino.

Con respecto a la Rebelión de los Tres señores Feudales, Kangxi expresó repetidamente su determinación de defender el territorio del país. Esperaba que los rebeldes dieran prioridad al interés nacional poniendo fin a su rebelión, prometiendo no pedirles cuentas por sus acciones pasadas.

Tras lograr la victoria sobre la revolución, pidió que el asunto se tratara con indulgencia, evitando implicar a más personas.

Al gobernar Mongolia, Kangxi adoptó una política de apaciguamiento. Tuxietu Khan, uno de los líderes tribales de Mongolia Exterior, instigó disputas internas, lo que permitió a Galdan aprovecharse e invadir.

Kangxi viajó personalmente a la frontera y presidió una asamblea de la gran alianza. Durante la reunión, Kangxi reprendió al líder Tsewang Rabtan por sus faltas, pero se mostró reacio a imponerle un castigo severo, dada la importancia de la alianza, debido a la situación, Kangxi decidió indultarle públicamente.

Kangxi resolvió las disputas tribales mediante la instrucción y la educación, fortaleciendo la unidad de Mongolia. Las tribus mongolas se sometieron voluntariamente a Kangxi, ofreciéndole los Tres Reverencias y las Nueve Postraciones en señal de reverencia, y Kangxi aceptó oficialmente la sumisión de todas las tribus mongolas.

Al conquistar Galdan, Kangxi dijo a sus ministros:

«El mundo debe ser influenciado por la benevolencia, y no debe confiar unicamente en la fuerza para obligar a la obediencia. Aunque Galdan es brutal, lo trataré con benevolencia. Aunque Galdan sea astuto, le mostraré sinceridad».

El pueblo es el fundamento de la nación

Kangxi dio prioridad al bienestar del pueblo y, a lo largo de su carrera política, sus pensamientos y políticas estuvieron llenos de amor, cuidado y consideración hacia el pueblo. Se centró en restaurar y desarrollar la productividad, permitiendo a la gente descansar y recuperarse.

Dictó órdenes para poner fin a los cercamientos de tierras, declarando que «el crecimiento de la población nunca será gravado fuertemente», estabilizando así la presión fiscal sobre la población en toda la nación y aliviando la carga de los agricultores. Dio gran importancia a la gestión del río Amarillo y dedicó personalmente décadas a la gestión del río, aliviando el sufrimiento del pueblo por las inundaciones.

Kangxi concedió gran importancia a la gestión del río Amarillo y dedicó personalmente décadas a la gestión del río, aliviando el sufrimiento del pueblo por las inundaciones. (Imagen: Adrian Zenz vía Dreamstime)

Durante una de sus inspecciones en la región fronteriza, Kangxi descubrió a un hombre inmóvil al borde del camino. Preguntó y supo que se llamaba Wang Sihai, un jornalero que se había caído de hambre de camino a casa. Kangxi ordenó inmediatamente que le dieran de comer gachas calientes. Cuando Wang recobró el conocimiento, Kangxi lo llevó a palacio y le dio dinero antes de enviarlo a casa con escolta.

Kangxi aplicó una política de castigos indulgentes durante su estancia en el trono. En el vigésimo segundo año de su reinado, el número de personas condenadas a muerte durante los juicios de otoño en todo el país ascendió a menos de 40.

Kangxi no sólo mostraba compasión por el pueblo, sino que también exigía que los funcionarios amaran a la gente como si fueran sus hijos. Aunque estaba abierto a una selección de talentos poco convencional, sus estándares de talento eran estrictos.

Su criterio constante a la hora de contratar personas se basaba en «la virtud y la capacidad como fundamento, y el talento y la habilidad como secundarios», afirmando:

«La excelencia tanto en la virtud como en el talento es deseable, pero si uno tiene talento sin virtud, es mejor tener virtud sin talento.

Cuando se considera el talento, la virtud debe ser la base. Así, una persona con virtud que supera al talento se llama persona noble, mientras que una persona con talento que supera a la virtud se llama persona mezquina».

Para apaciguar a los funcionarios chinos Han, Kangxi reiteró que «tanto los manchúes como los hans son mis súbditos», enfatizando la «unidad entre manchúes y hans». Consideraba a todos los funcionarios de su corte, independientemente de su rango, como personas de confianza cercanas a su corazón.

Como resultado, muchos eruditos que se habían recluido en las montañas y los bosques volvieron a servir, y las barreras entre los manchúes, los han y otros grupos étnicos se disolvieron gradualmente, hasta que finalmente se fusionaron.

Para cultivar una cultura de integridad entre los funcionarios, Kangxi promulgó repetidamente edictos que permitían a los funcionarios recomendar a personas honrados, y elogió a un grupo de trabajadores rectos. La era Kangxi se hizo famosa por producir un flujo constante de funcionarios virtuosos.

Kangxi prestaba gran atención al castigo de los funcionarios corruptos y creía que había que castigarlos severamente. Afirmaba que sus delitos no debían tratarse a la ligera en comparación con otros; de lo contrario, no servirían como elemento disuasorio.

Exigía más a los funcionarios de las regiones fronterizas y, durante un juicio celebrado en otoño, ejecutó a un grupo de delincuentes corruptos como advertencia para los demás. A lo largo de un periodo de 25 años, a partir de 1681, sus esfuerzos frenaron eficazmente el comportamiento inmoral.

Exigía más a los funcionarios de las regiones fronterizas y ejecutaba a los corruptos como advertencia para los demás. (Imagen: dominio público)

La moralidad es primordial y la autodisciplina es esencial

Kangxi era muy estricto consigo mismo. Desde la tierna edad de cinco años, se dedicó al estudio riguroso, descuidando a menudo el sueño y las comidas en favor del aprendizaje. Su amor por la caligrafía le llevó a escribir más de mil palabras diarias sin interrupción. Se interesó mucho por los «Cuatro Libros»: Da Xue, Zhong Yong, Lun Yu y Meng Zi.

A lo largo de sus viajes, mantuvo sus hábitos eruditos, leyendo libros con regularidad, componiendo poesía y escribiendo ensayos, ya fuera a altas horas de la noche en un barco o mientras residía en un palacio. Incluso en su vejez, Kangxi siguió siendo un ferviente aprendiz, sin alejarse nunca de sus libros.

Se decía que sus amplios conocimientos, que abarcaban disciplinas como la literatura, la historia, la geografía, las matemáticas y la medicina, superaba a muchos eruditos.

Organizó a la gente para recopilar obras como la Historia de Ming, los Poemas Tang Completos y el Diccionario Kangxi, dejando valiosos tesoros culturales para las generaciones futuras. Desde el día en que asumió el control total del gobierno hasta su fallecimiento, Kangxi insistió en presidir los asuntos de la corte en el salón imperial todos los días del año, sin interrupción, independientemente de las condiciones meteorológicas extremas.

Aparte de enfermedades, festivales importantes y emergencias significativas, apenas había días en los que no atendiera asuntos de Estado.

Kangxi defendía la frugalidad. Decía de su atuendo:

«Desde que ascendí al trono, he abogado por la frugalidad en todos los asuntos. Mi ropa es corriente y los calcetines de mis pies son comunes».

Joachim Bouvet, un francés en China, escribió en una carta al Rey de Francia:

«Su simplicidad y sencillez son realmente incomparables. Come lo más ordinario, dos comidas al día. Su atuendo, para los estándares chinos, es la ropa más común. En los días de lluvia, a veces se le ve con un abrigo de fieltro, considerado un atuendo tosco en China.

En verano, se le ve con una chaqueta corta de lino ordinaria, que suele llevar la gente corriente. Excepto en los días de ceremonias festivas, el único artículo de lujo que le encontramos es una gran perla.

No tiene deseos ni exigencias. Su desprendimiento supera la imaginación de la gente, se ve en su vestimenta y en sus necesidades diarias».

Kangxi observó fielmente la piedad filial durante toda su vida, mostrando gran respeto por su abuela y su madre. Visitaba diariamente el Palacio Cining para interesarse por su bienestar. Caminó hasta el Templo del Cielo varias veces cuando la emperatriz viuda Xiaozhuang cayó enferma para poder rezar por ella.

Kangxi se dedicó al bienestar del pueblo, y podemos ver la destacada virtud de «de» (bondad) reflejada constantemente en su gobierno, administración, asuntos militares, sistema judicial y gestión de los ríos. Incluso las generaciones posteriores lo elogiaron diciendo:

«¡Su virtud florece, su benevolencia alcanza la perfección y el pueblo no puede olvidarlo!».

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