Por Tatiana Denning
Llevar el control de tus emociones, deseos y acciones a través de la autodisciplina te permite crear una vida mejor para ti.
“La disciplina es elegir entre lo que quieres ahora y lo que más quieres en un futuro próximo”.
Abraham Lincoln
La autodisciplina como expusimos anteriormente en la Parte 1 de este artículo, es algo que va construyéndose en el tiempo, y que implica mucha fuerza de voluntad. Es importante que desde pequeños eduquemos a nuestros hijos con confianza y responsabilidad por sus propias acciones, y te aseguro que los resultados serán sorprendentes.
Inculcar la autodisciplina en nuestros hijos
Un estudio con un seguimiento de 1.000 niños desde su nacimiento hasta los 32 años descubrió que «el autocontrol en la infancia predice la salud física, la dependencia o no de sustancias, las finanzas personales y los resultados de la delincuencia».
El éxito en muchas de las tareas de la vida depende de la capacidad del niño para «retrasar la gratificación, controlar los impulsos y modular la expresión emocional».
Curiosamente, el estudio descubrió que el autocontrol no está vinculado a la inteligencia o la clase social de una persona, y que puede enseñarse y aprenderse. Los investigadores concluyeron que la enseñanza del autocontrol en la infancia no sólo beneficia al individuo, sino que también podría disminuir los costos sociales y promover la prosperidad y la estabilidad de la soociedad.
¿De qué manera podemos inculcar la autodisciplina a los niños?
Por ejemplo, los estudios demuestran que ciertas clases, como las artes marciales, las lecciones de música y el dominio de un segundo idioma, son grandes potenciadores del autocontrol.
Lo que ocurre en casa también es crucial. Según el Child Mind Institute:
«La autorregulación es una habilidad que hay que enseñar y practicar a los niños. El truco no consiste en evitar las situaciones difíciles.
En cambio, los padres pueden entrenar a los niños en las situaciones difíciles. Cuando los niños se portan mal, podemos «animarles a frenar y reflexionar».
Con la ayuda de los padres, los niños pueden aprender a preguntarse: «¿Qué ha ido mal? ¿Cómo puedo arreglarlo para la próxima vez? Está claro que la atención plena desempeña un papel importante.
Los investigadores descubrieron que juegos como Luz roja, Luz verde o el juego de la inmovilidad, que enseñan a ir en contra de la costumbre y a inhibir los impulsos, también pueden ayudar.
Otra forma de inculcar la autodisciplina es asignar al niño una tarea y definir las reglas. Cuando los niños se paran a reflexionar sobre su comportamiento, pueden ver si se ajusta a lo que es correcto.
Cultivar la autodisciplina
Según el autor de autoayuda Napoleon Hill:
“La autodisciplina comienza con el dominio de tus pensamientos. Si no controlas lo que piensas, no puedes controlar lo que haces.
Simplemente, la autodisciplina te permite pensar primero y actuar después”.
Si no tenemos pensamientos correctos, no podemos tener acciones correctas. Por lo tanto, es crucial prestar mucha atención a los muchos pensamientos aleatorios que tenemos durante el transcurso del día y corregir los pensamientos que no se alinean con lo que queremos ser.
En última instancia, la autodisciplina es un amortiguador que nos ayuda a actuar desde nuestros valores y racionalidad, más que desde la emoción o para complacer nuestros deseos.
Para apoyar este esfuerzo, se creó una página de Facebook, junto con un grupo de personas interesadas en este tema, al que puedes unirte, titulado «The Self-Discipline Project».
Aquí puedes compartir tus historias personales, tus luchas y tus éxitos, y obtener algunos consejos y motivación de otros en el camino.
¿Cuáles son algunos otros pasos prácticos que podemos tomar para mejorar la autodisciplina?
- Haz tiempo para la autorreflexión.
Conocerse a uno mismo, como decía Sócrates, es vital. Desafortunadamente, muchos de nosotros nunca nos hemos detenido realmente a definir nuestros valores. Sin este conocimiento, podemos tambalear o actuar de manera no correcta.
Es importante pensar en quiénes somos, quiénes queremos ser y cuáles son nuestros valores, luego escribirlos y recordárnoslos regularmente.
Si tus valores incluyen cosas como la honestidad, la amabilidad, la integridad, el pensar primero en los demás, la paciencia, la tolerancia y el perdón, entonces, cuando te enfrentas a una situación difícil, es mucho más fácil ejercer la autodisciplina y hacer lo correcto.
- Descubre lo que te motiva y es importante para ti.
A continuación, escribe un plan, con una lista de objetivos específicos a corto y largo plazo, y ponlos donde puedas verlos. Según los psicólogos, el autocontrol conduce a un mayor cumplimiento y mejores resultados, así que evalúa en qué has mejorado y en qué puedes mejorar al final de cada día.
- Compartir el plan con un amigo (o con personas que tengan los mismos intereses que tú).
Ponerse en contacto regularmente con personas que tengan nuestros mismos valores, proyectos de vida, y pedir ayuda también aumenta el éxito. Esto no sólo proporciona un sentido de responsabilidad, sino también un apoyo moral.
- Sé optimista y decidido.
Cuando se produzcan los inevitables errores, no te desanimes. En cambio, aprende de tus errores, levántate y sigue adelante, esforzándote siempre por hacerlo mejor.
Recuerda que el autocontrol es como un músculo: cuanto más lo usas, más fuerte se hace. Al igual que ir al gimnasio, al principio es duro y puedes sentirte agotado, pero a medida que perseveras, tu resistencia y tu fuerza aumentan y ya no parece tan difícil.
Cuando ejercitamos y actuamos cada vez más desde las partes buenas de nosotros mismos, se vuelven más fuertes, mientras que las partes indeseables se vuelven más débiles y comienzan a desaparecer.
Hace poco le pregunté a mi hijo, que ahora tiene 15 años, cómo es capaz de ser tan autodisciplinado (cuando su yo adolescente no quiere serlo). Me contestó:
«Creo que es porque no creo que las cosas que estoy tratando de superar sean tan importantes; simplemente no importan tanto. Creo que eso hace que sea más fácil dejarlas pasar».
Hay sabiduría en sus palabras. Cuando no le damos mucha importancia a lo que estamos tratando de superar -cuando dejamos de lado la idea de superar a alguien en una discusión y en su lugar mostramos compasión, renunciamos a dormir más para levantarnos y hacer ejercicio, o nos abstenemos de comprar ese nuevo artículo para mantenernos dentro del presupuesto- fortalecemos nuestra autodisciplina.
Al no aferrarnos a las partes de nosotros mismos que necesitamos dejar ir, lograr la autodisciplina se hace posible.
Como dijo Abraham Lincoln, todo es cuestión de pensar en lo que más queremos.