«El décimo gobierno»
“Rufus y el secreto de la Piedra Azul”, es el nombre de este relato de 10 partes en los que acompañaremos a esta singular pareja en una épica aventura, en la que se ven envueltos mientras recorren un mundo extraño, para cumplir con un mandato que les fue encomendado por el Clan de Magos, del que depende nada menos que la Restauración del Equilibrio del Universo.
Andariel recién abrió sus ojos y calló los rezos cuando Saleh, abrió los suyos. Primero fue un leve pestañeo y un pulso débil e imperceptible y luego, con una dolorosa lentitud, su cuerpo fue tornándose más tibio y su color más vívido. Andariel la abrazó con una ternura desconocida y sintió que eran ambos quienes retornaban a la vida.
El mago, como saliendo de un trance, colocó a la pitonisa en el piso y se volvió, sólo para confirmar que Melquíades había escapado, llevando con él, la esfera. De las paredes de la caverna se desprendía una luminosidad blanca pura y casi incandescente: ya no había flamas azules que la recorrieran.
Tampoco las habría en ningún bloque o fragmento que hubiera sido extraído alguna vez de esa cantera. El amuleto, la esfera azul, la fuente del portento, había desaparecido junto con el tirano derrotado.
En la Torre Mayor del Palacio que ahora era de un blanco intenso, Telles, rodeado de sus hombres de confianza, se preparaba para asumir el control de Ashar y desde allí dirigir el destino de Rander-N4. Una multitud, en la que se mezclaban los ciudadanos y los recientemente liberados esclavos, lo aclamaba sin reservas; y aunque aún lloraban a sus muertos, estaban listos para apoyar al nuevo gobierno, en el que depositaron sus maltrechas esperanzas. Así comenzaría el Décimo Gobierno de los Teresíadas.
No sería una tarea sencilla la que debía afrontar la renacida Comunidad de los Iguales: tendrían que desandar siglos de discordia y resentimiento, remover costumbres implantadas por la tiranía y reemplazarlas por aquellas que alguna vez enorgullecieron a los habitantes del planeta. Debían reorganizar una sociedad basada en la explotación y la esclavitud y poner en marcha una economía, que ya no podría basarse en el mágico mármol azul.
Y, simultáneamente, debían ganarse el respeto de la comunidad interplanetaria, establecer nuevos lazos comerciales y convencerlos, que un futuro próspero era posible si los recibían en su seno. Había mucho para hacer más allá de Randir, sobre todo después del susto y los sobresaltos que tuvieron que soportar los altos dignatarios que habían asistido a la tumultuosa y frustrada celebración.
Precisamente a causa de tales incidentes, la elección del Embajador de Randir ante el Consejo del Conjunto Planetario, recayó en quien los había mantenido a salvo durante la rauda y caótica salida de un planeta en llamas. Munir, sin dudas era la persona perfecta para tal tarea, que aceptó con profunda emoción y a la que se dedicó exitosamente el resto de su prolongada vida.
Telles, como Primer Protector y un Consejo de Iguales, integrado por hombres de su confianza, junto a miembros de la disuelta nobleza y representantes de cada gremio de la ciudad iniciaban así los primeros y firmes pasos hacia una nueva Era.
Alcides y Rodón se dirigieron, al mando del Ejército de la Liberación, a los inhóspitos terrenos más allá de la Franja Habitable, siguiendo las huellas del General Ergon y el resto de su milicia. No habría lugar para una paz duradera en Randir y la justicia tendría siempre un asunto pendiente mientras el mal no fuera exterminado de raíz, como la mala hierba.
Pasarían muchos años antes que volvieran a la ciudad de Ashar y mientras tanto sólo se supo de ellos por rumores que fueron rodando por polvorientos caminos y transformándose en trovas por feriantes y trotamundos.
Rufus y Saleh, simplemente, se marcharon. Apenas se acallaron los estruendos de los últimos combates, ya se habían desvanecido como bruma al amanecer; recogieron sus bártulos en silencio y en silencio, como siempre, retomaron la senda. Habían liberado un pueblo, cumpliendo una profecía casi olvidada, pero un mandato había quedado inconcluso, y el equilibrio del Universo aún no había sido restaurado.
Rufus había roto un pacto y debería también responder un día por ello, pero ya no estaba sólo y el precio nunca sería demasiado.
FIN
Nota:
En el relato “Lunas de Sangre” conocimos a Rufus y a Saleh, el mago y la pitonisa. A continuación te invitamos a releer o comenzar este viaje en el orden cronológico.
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