Por Aizhu Lu
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En la antigua China casi todo el mundo, desde el emperador hasta la gente común, creía en budas, dioses y Taos, y quienes se cultivaban eran muy respetados.[su_spacer]
Hay muchos viejos y sabios proverbios chinos, tales como:
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[su_quote]Preferiría mover el agua de tres ríos antes que perturbar la mente de un cultivador[/su_quote]
[su_quote]Maltratar monjes o maldecir Taos tiene su retribución [/su_quote]
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Sin embargo, en el marco del sistema educativo del régimen comunista chino y su promoción del ateísmo, muchos chinos consideran hoy en día la práctica de cultivación como superstición y ya no creen que el «bien trae bien y el mal conduce al mal«.
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Particularmente, durante la Revolución Cultural, el Partido Comunista en China inculcó un espíritu de rebelión dentro de las generaciones más jóvenes, resultando en que muchos cometan crímenes atroces.
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Muchas de estas personas han enfrentado justa retribución por lo que hicieron, un recordatorio aleccionador de que siempre debemos hacer el bien.
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La historia de la estatua de Buda Maitreya en el templo de Yonghe
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La nave central del templo de Yonghe en Beijing tiene una majestuosa escultura del Buda Maitreya que mide 18 metros de alto.
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Esta imagen de Buda fue tallada por un artesano en un fino y raro tronco de árbol gigante, que fue transportado desde el Tíbet por orden del emperador Qianlong de la dinastía Qing. Esta hermosa escultura representa la riqueza de la ciudad.
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El artesano diseñó un sistema de andamios y cables para mantener a la estatua erguida dentro el templo. El sistema consiste en un sistema especial de dos pisos de andamios que conectan los laterales y la parte trasera de la estatua, con corredores del ancho indispensable para el desplazamiento de una persona. Los andamios y la estatua están unidos por medio de cables de hierro para asegurar su estabilidad.
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La página web history.bayvoice.net publicó una historia acerca de las razones por las que el templo de Yonghe y la estatua de Buda no fueron destruidos por los Guardias Rojos durante la Revolución Cultural.
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Un Lama septuagenario contó contó la siguiente historia a un joven visitante.
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Tres guardias rojos entraron para destruir la estatua durante la Revolución Cultural. El primero se subió a los andamios de dos pisos y levantó su hacha para cortar el cable. La cabeza del hacha se cayó, evitando el cable, y cortó la pierna del guardia.
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Cuando el segundo guardia se hizo cargo, y trató de cortar el cable tampoco pudo, se cayó de la plataforma y quedó inconsciente. Al ver lo ocurrido a sus compañeros, el tercer guardia quedó demasiado temeroso como para subir a la plataforma.
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Desde este incidente nadie se ha atrevido a tocar la estatua del Buda Maitreya. Esta es la historia de cómo El Templo Yonghe y la imagen de Buda sobrevivieron a la Revolución Cultural intactos.
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La historia de Buba Zhangba
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En el Templo Guoli en la ciudad de Binzhou, Condado de boxing en la provincia de Shandong, hay una famosa estatua de piedra de 5,4 metros de altura. Los locales la llaman «Buda Zhangba» o «Estatua de piedra de Buda Zhangba«.
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Mucha gente sabe que la actual cabeza del Buda Zhangba se reinstaló hace décadas. Esta es la verdadera historia de lo que ocurrió con la cabeza del Buda.
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Muchos templos y estatuas de Buda fueron destruídos durante la Revolución Cultural, incluyendo la estatua de Buda Zhangba. Un jefe local de la Revolución Cultural estaba determinado a demoler la estatua para resaltar su fama de «revolucionario». Bailaba y saltaba alrededor tan frenéticamente que ninguno de los locales se atrevió a intervenir.
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Primeramente le ordenó a alguien que disparara a los ojos de la estatua de Buda. Después reunió a un grupo de personas y les exigió que destruyeran la estatua, pero no fueron capaces de hacerlo. Frustrado, trajo un tractor. Conectó una cuerda al tractor y la ató alrededor del cuello de la estatua. Después de muchos intentos, finalmente logró quitarle la cabeza.
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Poco después de este incidente, el hombre que disparó a los ojos de la estatua fue cegado por esquirlas de piedra desprendidas mientras trabajaba. En cuanto al líder del equipo, su desgracia fue aún más terrible. Se cayó de un tractor, y casi fue decapitado cuando una de las ruedas pasó por encima de su cuello. Murió en el acto.
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Un hombre reverenciando
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Hay un pequeño pueblo en el condado de Ju en la provincia de Shandong rodeado por altas montañas. La mayoría de los habitantes son miembros de la familia Liu.
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Este remoto pueblo de montaña no se salvó cuando la revolución cultural se extendió por todo el país. Luchas interminables y consignas provocadoras sumergieron a los habitantes en un estado mental fanático e irracional.
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Cuando se llevó a cabo «La campaña para destruir los Cuatro Viejos» (los cuatro estereotipos) la población destruyó las numerosas antigüedades de las aldeas, preservando solamente un pequeño templo y los retablos ancestrales en sus altares familiares.
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Engañados por el lavado de cerebro de la propaganda atea, dos jóvenes ignorantes e irrespetuosos se levantaron y declararon: «Si ninguno de ustedes tiene las agallas, nosotros lo haremos.»
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Los dos jóvenes rompieron el templo, pisotearon los retablos ancestrales y los echaron en un arroyo. Agotados por sus esfuerzos, uno se fue a casa a descansar y el otro se sentó con las piernas cruzadas sobre una roca junto al arroyo.
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El joven que regresó a su casa inmediatamente comenzó a sufrir un dolor de estómago intenso, y cayó rodando al suelo por el dolor. Su madre, quien era un budista devota, se dio cuenta de que se había enfermado después de destruir el templo, y tenía miedo de que muriera.
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Sin mostrar preocupación a ser criticada por otros, caminó de rodillas todo el camino desde su casa al templo, rezando todo el camino para expiar por las faltas de su hijo. Él se iluminó al hecho de que su enfermedad pudo ser una forma de retribución. Inmediatamente comenzó a lamentar sus acciones ignorantes y se hizo muy reverente hacia los dioses y budas. Su dolor comenzó a disminuir y finalmente desapareció.
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Sin embargo, el joven que estaba descansando en el arroyo no fue tan afortunado. Cuando trató de ponerse de pie después de su reposo, se cayó al suelo porque sus piernas se habían torcido y no podía enderezarlas. Su cintura también se dobló, por lo que tuvo que caminar agachado con la cabeza cerca del suelo.
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El tenía que llevar un pequeño taburete en cada mano al caminar para mantener el equilibrio, por lo que parecía que remaba en un bote. Sus piernas torcidas y su postura encorvada causaban que moviera la cabeza y empujara sus manos delante de él, casi como si estuviera reverenciando a Buda. Permaneció así durante el resto de su vida.
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Toda la gente de los pueblos cercanos sabían que se trataba de retribución por romper el templo y faltar el respeto a las imágenes ancestrales. Le llamaban el «hombre doblegado» y se mantuvo de esta manera extraña hasta que murió a los 70, sirviendo esto como un llamado para todos los seres sensibles a comportarse siempre con respeto y dignidad.
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(Traducido por Billy Shyu y Joshua Shih)
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