Por Elena Gordillo
Que mundo tan lineal y tan oscuro.
Serán las entrañas de otros mundos.
Quien mueve tan perfectamente los átomos, planetas, astros, tu vida, mi vida… late, late.
Tic, tac, tic, tac.
La tierra se mueve en mis pies descalzos. La siento… cruje, clama, expira, cae, revive.
Todo esta sincronizado.
Tus manos, mis manos. Transitan sin gravedad.
Y flotan así las mañanas de café y aroma a pan tostado.
Como el ave fénix, intento tras intento.
Tic, tac, tic, tac.
El mito del eterno retorno nos lleva de cabeza camino al laberinto.
¿Perdidos? ¡Jamás!
Atesorando el presente sin saber si mañana teseo vendrá por nosotros.
El minotauro aún duerme.
Tic, tac, tic, tac.
Nuestros cuerpos, gladiadores del tiempo, en presente, sin tiempo.
Sin saber por donde ni por cuanto.
El polvo de estrellas llueve nuestra corteza, nos atraviesa y fecunda.
Sin amarras pero entrelazados en gigantescas raíces.
Azúcar y miel, barro y estiércol.
Nacimiento tras nacimiento. Interminables vueltas al sol.
Tic, tac, tic, tac.
¡Vendrán a rescatarnos!
Que la noche duerma.
Sigamos soñando.
¡No podrán vencernos, somos eternos!
Que nadie despierte.
Tic, tac, tic, tac…