¿Pueden las langostas olfatear el cáncer humano?

Por Ratul Saha

Un estudio reciente de la Universidad Estatal de Michigan (MSU) descubrió que las langostas pueden detectar con fiabilidad varios tipos de cáncer humano por su fragancia.

Estos insectos no solo pueden «oler» la diferencia entre las células sanas y las enfermas, sino que también pueden distinguir distintas líneas celulares de cáncer.

Estos hallazgos abren un nuevo camino, a partir de dispositivos que utilizan las neuronas sensoriales de las langostas para detectar precozmente células cancerosas mediante el análisis de biomarcadores en el aliento del paciente.

Aunque muchas personas están acostumbradas a utilizar la tecnología para complementar sus sentidos naturales, como un telescopio o un microscopio, los científicos afirman que no hay alternativa para suplantar o complementar la función sensorial del olfato.

Los perros, por ejemplo, se siguen utilizando para detectar drogas y explosivos. En escenarios más recientes, los llamados perros de servicio de alerta para diabéticos están entrenados para detectar trastornos de la salud, como un nivel bajo de azúcar en la sangre.

Las narices siguen siendo de vanguardia

Según un comunicado de prensa de la universidad, Debajit Saha, profesor adjunto de ingeniería biomédica en la MSU.

«La narices siguen estando primeras en la lista.

No hay nada más preciso cuando se trata de la detección de gases».

Los científicos llevan años intentando construir una tecnología capaz de duplicar el sentido del olfato. Sin embargo, se necesita más para demostrar que es capaz de replicar la sensibilidad y especificidad del olfato biológico tradicional.

«Hace más de 15 años que se trabaja en narices electrónicas, pero aún no se acercan a lo que la naturaleza puede lograr sin problemas»

explica el profesor Saha.

Miembros del Laboratorio de Bioingeniería de Sistemas Sensoriales Olfativos, o BOSS, de la MSU. De izquierda a derecha, el estudiante de doctorado Simon Sánchez, la directora del laboratorio Elyssa Cox, el profesor asistente Debajit Saha y el estudiante de doctorado Michael Parnas. (Imagen: Derrick L. Turner vía MSU)

Volviendo al tema del cáncer, la detección precoz es crucial. Los pacientes tienen entre un 80 y un 90 por ciento de posibilidades de sobrevivir cuando el cáncer se detecta en sus primeras fases.

Por otro lado, el cáncer detectado en la cuarta fase tiene entre un 10 y un 20 por ciento de posibilidades de sobrevivir.

Las células cancerosas y las sanas actúan y crecen de forma diferente, liberando diversas sustancias químicas. Estos compuestos relacionados con el cáncer se detectan en el aliento de una persona si penetran en sus pulmones o vías respiratorias.

El Profesor Saha señala:

«En teoría, se podría respirar en un artilugio, y éste reconocería y discriminaría entre varios tipos de cáncer y estadios de la enfermedad.

Sin embargo, un artilugio de este tipo aún no está clínicamente preparado»

En consecuencia, el equipo de investigación de la MSU tomó una dirección diferente. Prefirieron dejar que la naturaleza hiciera el trabajo en lugar de esforzarse constantemente por imitar la biología.

Los investigadores creen que, al partir de respuestas perfeccionadas por la naturaleza y milenios de evolución, básicamente están «hackeando» el cerebro de los insectos para utilizarlo en la detección de enfermedades.

¿Cómo funcionaría?

Los pacientes no tienen que preocuparse de que las langostas se infiltren en las consultas de sus médicos. En cambio, los investigadores esperan que sus descubrimientos puedan abrir el camino a dispositivos que empleen neuronas sensoriales de insectos para identificar el cáncer en sus primeras etapas utilizando sólo el aliento del paciente.

Aunque estos dispositivos son poco probables a corto plazo, los autores del estudio creen que no son tan descabellados como parecen. 

En parte, esto se debe a la creciente dependencia de la tecnología para complementar o sustituir sus sentidos naturales. Los telescopios y microscopios, por ejemplo, están descubriendo mundos hasta ahora inexplorados.

Sin embargo, como las tecnologías planificadas son tan potentes, es fácil pasar por alto el funcionamiento de nuestras herramientas naturales, en particular el órgano sensorial, que tenemos inmediatamente delante de nuestros ojos.

Las langostas son saltamontes que se han ganado un nombre distintivo gracias a su comportamiento social y de formación de enjambres. (Imagen: Derrick L. Turner vía MSU)

¿Por qué se usan langostas?

Las langostas, al igual que las moscas de la fruta, han funcionado durante mucho tiempo como organismos modelo en la comunidad científica, según el profesor Saha y sus colegas. 

Los estudios modernos permiten conocer bien sus receptores olfativos y la actividad cerebral asociada. Además, las langostas son más grandes y fuertes que las moscas de la fruta. 

Según los investigadores, estas cualidades convierten a las langostas en sujetos de estudio perfectos. En un plano más práctico, los investigadores observaron que la colocación de electrodos en los cerebros de las langostas era sencilla. 

Las señales se utilizaron entonces para construir perfiles químicos de las distintas células.

En 2020, el profesor Saha dirigió un proyecto de investigación similar en la Universidad de Washington en St. Louis. En ese momento estaba trabajando en la creación de una tecnología de detección de bombas que empleaba langostas. 

Próximamente …

Aunque los científicos se concentraron en los cánceres orales, creen que esta técnica puede utilizarse para cualquier enfermedad que libere compuestos en el aliento, incluyendo la mayoría de los tumores malignos. 

Quieren construir sensores portátiles que puedan evaluar los biomarcadores volátiles del cáncer antes de que otras pruebas más intrusivas puedan identificar la enfermedad, aprovechando la información registrada de la actividad cerebral de las langostas.

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