Por Tatiana Denning
Llevar el control de tus emociones, deseos y acciones a través de la autodisciplina te permite crear una vida mejor para ti.
“La disciplina es elegir entre lo que quieres ahora y lo que más quieres en un futuro próximo”.
Abraham Lincoln
Aprendí una valiosa lección de mi hijo
Desde que estaba en el útero, según mis ultrasonidos, a mi hijo le encantaba chuparse el dedo. Después de que naciera, intentamos que usara un chupete, pero el chupete no duró mucho y el pulgar siguió siendo su apego.
Su pulgar, combinado con su manta de seda, se convirtieron en su fuente de consuelo y su medio para adormecerse. El pulgar parecía estar más tiempo en su boca que fuera de ella.
Cuando llegó el momento de ir a la guardería, y no mostraba signos de dejar el hábito del pulgar, se me ocurrió enseñarle fotos de personas con los dientes desalineados por la succión.
Tras explicarle que eso podía ocurrirle a él, aceptó de mala gana que cuando perdiera su primer diente, dejaría de chuparse el dedo.
Unos meses después, cuando perdió su primer diente, recordó su promesa y preguntó:
“Mamá, ¿eso significa que tengo que dejar de chuparme el dedo?”
Después de que respondí que sí, él respondió:
“Pero, ¿y si no puedo hacerlo? Me ayuda a conciliar el sueño y, a veces, ni siquiera sé que lo estoy haciendo”
Pero le dije que no se preocupara y que sabía que podía hacerlo.
Cuando llegó la hora de acostarse, preguntó:
«Mamá, ¿puedo chuparme el dedo, por favor, solo esta noche?»
Le dije que sabía que era difícil, pero que cuanto más tiempo se chupara el pulgar, más difícil sería dejar de hacerlo. Le dije que no pensara demasiado en eso, y en poco tiempo, quedó dormido.
Durante las siguientes tres noches hizo la misma pregunta, solo una vez, cada noche. Para mi sorpresa, después de solo unos días, se estaba quedando dormido sin mencionarlo.
Me maravillé de su fuerza de voluntad y de lo rápido que pudo abandonar su dependencia de por vida de su pulgar.
Un vistazo más profundo
La capacidad de mi hijo de tener tanta autodisciplina a una edad tan temprana me impresionó. No era la única vez que lo notaba, y bromeaba diciendo que su fuerza de voluntad debía venir de su padre, que es igualmente disciplinado.
Aunque me esforcé por mejorar en este aspecto, no cabe duda de que todavía tengo mucho que aprender.
Reflexionando en mi interior, me di cuenta de que puedo ser autoindulgente, perezoso, querer lo que es cómodo y fácil, a veces decir o hacer cosas para presumir o quedar bien ante los ojos de los demás y, a veces, ignorar el horario y los objetivos que me he fijado.
Así que, en nombre de la mejora de mí misma, decidí emprender mi propio proyecto personal de autodisciplina.
Me pareció que un buen punto de partida era explorar exactamente qué significa la autodisciplina, así como de qué se compone.
Según el diccionario de inglés de Google, la autodisciplina se define como:
- la capacidad de controlar los propios sentimientos y superar las propias debilidades;
- la capacidad de perseguir lo que uno considera correcto a pesar de las tentaciones de abandonarlo.
Por su parte, el diccionario Merriam-Webster la define como:
- corrección o regulación de uno mismo para mejorar.
En esencia, la autodisciplina es controlar los propios deseos y emociones a cambio de una mayor ganancia, incluso si requiere más tiempo y más esfuerzo.
Entonces… ¿qué implica la autodisciplina?
Según los expertos, la autodisciplina consta de atributos como:
la fuerza de voluntad, el valor, la fortaleza, la determinación, la persistencia, la resistencia, la resolución, el impulso, la discreción, la moderación, la prudencia, la resiliencia, la resolución, la paciencia, la diligencia y la templanza.
Pero no basta con tener estas cosas; deben basarse en la bondad y la sabiduría. Por ejemplo, un criminal puede tener la paciencia de un santo mientras espera para robar una casa, pero esta paciencia no nace ni de la bondad ni de la sabiduría. Por lo tanto, se requiere un corazón y una mente virtuosos, basados en un fuerte carácter moral.
Parece que la autodisciplina no es un asunto sencillo. Requiere no solo la capacidad, sino también la voluntad de gobernar el propio comportamiento de acuerdo con los valores, compromisos y objetivos propios.
Si bien puede parecer fácil el nombrarla, la autodisciplina puede ser un gran desafío.
La clave de la felicidad y el éxito
AH. Dorfman, un destacado psicólogo deportivo y autor sobre las habilidades mentales necesarias para lograr el éxito en los deportes profesionales, dice:
“La autodisciplina es una forma de libertad. Libertad de la pereza y el letargo, libertad de las expectativas y exigencias de los demás, libertad de la debilidad, el miedo y la duda.
La autodisciplina permite que un lanzador sienta su individualidad, su fuerza interior, su talento. Es amo y no esclavo de sus pensamientos y emociones”.
Dorfman sabe que la autodisciplina es la clave del éxito, no solo en los deportes, sino en la vida.
De hecho, los estudios muestran que a los autodisciplinados les va mejor en todos los aspectos de la vida, desde una mejor salud hasta menos ansiedad y depresión, menos adicciones, mejor enfoque, mayor honestidad, relaciones más armoniosas, más éxito y felicidad en el trabajo o en la escuela, y más seguridad financiera que sus contrapartes menos disciplinadas.
Cuando nos falta autodisciplina, nos entregamos a nuestro lado egoísta y disminuimos nuestro sentido de responsabilidad personal.
En lugar de estar sujeto a un estándar más alto, lo que nos obliga a inhibir nuestros impulsos y deseos, siempre es más fácil culpar a los demás por lo que nos sale mal, que hacernos cargo de nosotros mismos.
Por el contrario, cuando ejercitamos el autocontrol, no solo nos sentimos mejor con nosotros mismos, sino que pensamos primero en los demás. Nuestra confianza crece naturalmente, nos sentimos más felices y seguros, y tenemos una sensación de control sobre nuestras vidas.
Continuará…