Por Max Lu
A finales de la dinastía Yuan, Wenliang Yu, un buen amigo del gran consejero militar Liu Bowen, era conocido desde joven como una persona virtuosa y con talento.
Cuando creció, era bastante atractivo. Sin embargo, era más conocido por sus grandes virtudes, como la rectitud, la inocencia y la protección de la reputación de los demás, lo que le convertía en un verdadero caballero.
Wenliang fue en su día el maestro de la familia de dos hijos de un rico terrateniente. Gracias a su dedicación y sabia orientación, sus dos discípulos mejoraron rápidamente su rendimiento académico y su carácter. Por ello, Wenliang era muy respetado por el terrateniente.
El tiempo pasó y, un año después, Wenliang se despertó un noche con golpes intermitentes en su puerta. Luego de escuchar atentamente, preguntó:
«¿Hay alguien ahí?»
Nadie respondió, pero los golpes continuaron.
Wenliang estaba bastante confundido. Se apresuró a vestirse y se acercó cautelosamente a la ventana para mirar al exterior antes de abrir la puerta. Para su sorpresa, vio a una bella joven llamando a la puerta.
La joven era tan hermosa bajo la luz de la luna que parecía un hada. Wenliang preguntó en voz alta:
«Por favor, hazme saber qué pasa. O llamaré a otros».

La bella dama respondió con su voz dulce pero nerviosa:
«¡No, por favor! No soy una mala persona; soy la hija del escudero. Por favor, abra la puerta».
Wenliang se quedó más confundido y preguntó con suavidad:
«Oh, lo siento. Sin embargo, ¿por qué vienes aquí tan tarde en la noche?»
La joven dijo tímidamente:
«Sr. Yu, a decir verdad, me impresionaron tanto sus conocimientos y su galantería que me enamoré de usted, pero no pude tener la oportunidad de expresarle mis sentimientos».
Wenliang interrumpió a la joven antes de que terminara:
«¡Señorita, lo siento, pero un hombre y una mujer solteros no pueden estar en una habitación por la noche! Así que, por favor, cuide su comportamiento y regrese a su casa».
La jóven no se dio por vencida, sino que golpeó con más fuerza. Wenliang se enfadó tanto que gritó:
«¡Qué atrevida es ! Si sigue sin irse, llamaré a otros».
Los golpes llegaron a su fin. Wenliang se acercó a la ventana, y por fin vio que la joven se había ido.
Después de esto, se sintió un poco aliviado, pero no pudo conciliar el sueño. Al final, decidió abandonar el lugar para no causar ningún problema.
Al día siguiente, temprano, se apresuró a despedirse del escudero. Para proteger la reputación de la joven, le explicó que había ocurrido algo importante en su familia y que debía volver a casa lo antes posible.
Agradeció al escudero su amabilidad. El escudero no tuvo más remedio que acompañarle en su camino.

Lu cambió su destino gracias a su gran virtud
Más tarde, se encontró con su buen amigo Liu Bowen, que era bueno en la adivinación. Bowen le preguntó sorprendido:
«¿Qué gran virtud has hecho? Ahora has cambiado tu destino. Así que ¡felicidades! El año que viene obtendrás gran fama y fortuna. Qué bendición!»
Wenliang seguía sin decir la verdad, pero dijo:
«Bueno, no he hecho nada grande; tampoco me atrevo a soñar que tendré éxito en los exámenes imperiales. Así que, por favor, no te burles de mí».
Bowen dijo pensativo:
«Querido hermano, por favor no me lo ocultes. Hace un momento, he predicho lo que te sucederá».
Luego se rió y habló muy bien de la gran virtud de Wenliang. Al año siguiente, la corte celebró los exámenes imperiales a nivel nacional. Wenliang fue uno de los mejores candidatos.
A partir de entonces, cambió por completo su pobre destino como profesor. Más tarde, fue promovido y llegó a ser bien conocido por su rectitud, incorruptibilidad y gran virtud.
Sus generaciones posteriores también se beneficiaron de su gran virtud. Todo su éxito puede atribuirse a sus valores.
Se puede resumir en un poema: