Por Emma Lu
Han Zao fue un famoso adivino durante la dinastía Song del Sur. Tenía un puesto en el área de Sangiao de la ciudad capital Lin’an, que en la actualidad se conoce como la ciudad de Hangzhou en la provincia de Zhejiang.
Fue tan acertado en su adivinación, que para saber qué les deparaba el futuro, la gente venía de todas partes para verlo, incluso visitaban su casa.
En el año 15 de Shaoxing (1145 d.C.), dos jóvenes vinieron para que les leyera su suerte. Han le dijo a Tang Situi y Shi Hao que ambos serían Primer Ministro algún día y que ambos tendrían carreras políticas increíbles.
Tang y Shi encontraron esto difícil de creer ya que todavía ninguno de ellos era un funcionario gubernamental de primer nivel.
Más tarde ese año, los jóvenes tomaron los exámenes imperiales y ambos aprobaron con calificaciones muy altas. Tang obtuvo el primer lugar en el examen de Aprendizaje Extenso y Gran Talento Literario.
Diez años más tarde, fue ascendido de Maestro Ceremonial del Ministerio de Ritos a la Institución de Erudito Duanmingdian, y de ahí al Consejo Privado. Dos años después de eso, en 1157, fue promovido al puesto de Siervo de Derecho de Shangshu, también conocido como el cargo de Primer Ministro.
Shi era tutor en la mansión de Song Xiaozong, el rey de Jian. A menudo hablaban de la literatura clásica y del Tao. Cuando Song Xiaozong fue coronado oficialmente rey, inmediatamente ascendió a Shi a un alto cargo político.
Mientras estaba en esta posición, Shi exonero a Yue Fie y a su hijo de acusaciones falsas. Siguiendo su corazón y manteniendo un alto estándar moral, Shi finalmente fue también ascendido a Sirviente de Derecho de Shangshu, o al cargo de Primer Ministro.
Como predijo Han Zao, los dos jóvenes alcanzaron el cargo de Primer Ministro
Las carreras de estos dos jóvenes brillantes eran muy similares y reflejaban exactamente lo que años antes Han Zao había predicho para ellos. Ambos tuvieron ascensos meteóricos hacia el éxito y el Emperador les confió enormes responsabilidades. Ambos alcanzaron el cargo de Primer Ministro, tal como Han había dicho que lo harían.
Han era muy bueno para predecir perspectivas profesionales y fortunas. Tenía una profunda mirada a la causa y el efecto y de cómo se desarrollaría en la vida de las personas.
Pero también era muy hábil para saber qué decirle a la gente y, lo que es más importante, cuándo decírselo.
Un día, un prominente ministro del gobierno llamado Ye vino para que le dijeran su suerte. Han le dijo:
– “Incluso si ya no estudias, puedes ascender de rango. Si quieres saber más, vuelve en 22 días, después del Festival del Otoño. Te daré los detalles de todo lo que necesitas hacer».
Ye pensó que Han estaba tratando de engañarlo y que quería pelear con él. Las otras personas allí convencieron a Ye de que se fuera, antes de hacer algún daño.
Dieciséis días después de ver a Han, Ye desarrolló una enfermedad grave y tosía sangre. Cuando pensó en lo que Han había dicho, se preocupó mucho.
Le pidió a un monje, un vecino de la misma edad que él, que escribiera sus fechas y horas de nacimiento y que le enviara la carta a Han. Cuando Han vio el mensaje, señaló la información de Ye y dijo:
– “Esta persona vino a verme a principios de este mes. Está destinado a morir antes del Festival del Otoño. Si vive, dejaré de adivinar el futuro para siempre».
Al regresar, el monje descubrió que no podía decirle a Ye lo que había dicho Han. Falleció de su enfermedad antes de que comenzara el Festival del Otoño, tal como Han lo había predicho.
De hecho, Ye era una muy mala persona. Sus padres murieron cuando él era muy pequeño y su abuela lo crió. Cuando Ye tenía 21 años, una banda enemiga atacó su aldea. Su abuela le dio sus ahorros, 2 kg. de oro y 30 lingotes de plata, y le dijo que huyera.
Ella le pidió que volviera por ella una vez que les hubiera hecho un hogar en un lugar seguro. La perfidia de Ye lo llevó a abandonar a su abuela, quien fue asesinada por la banda rival. Ni siquiera regresó para su funeral.
Una vez que Ye huyo del peligro, usó el dinero de su abuela para comprar tierras y establecer un negocio de venta de té. Se hizo amigo de la familia real y obtuvo un puesto oficial de noveno grado.
Su último deseo fue poder volver a su pueblo sin ningún tipo de remordimiento: estaba lleno de arrepentimiento por el daño causado por sus terribles acciones. Su repentina muerte fue una venganza por haber abandonado a la muerte a su amable y generosa abuela.
Cuando Han relató la suerte de Ye, pudo ver qué tipo de persona era. Sabía que Ye estaba destinado a morir, lo supo tan pronto cuando comprendió el principio universal: cosechas lo que siembras.
Nadie puede escapar a esta ley divina de la retribución. Ser amable con los demás y ayudarlos cuando lo necesitan, asegurará que tengas un corazón puro.