Por Raven Montmorency
Un baño de agua tibia, con unas gotas de aceites esenciales y un gel de baño fragante, sin pensar en el reloj: es la receta definitiva para relajarse después de un día agotador.
Hoy en día, el baño es un ejercicio privado que nos ayuda a desestresarnos y a revitalizarnos.
Pero, históricamente hablando, este es un hábito relativamente nuevo.
A lo largo de la historia, la actividad de baño era en su mayoría pública o se encontraban atadas a rituales para prácticas religiosas o espirituales.
¿Cómo se convirtió el baño en la actividad personal y relajante que ahora disfrutamos?
Para responder a eso, echemos un vistazo a la historia del baño y cómo este ritual privado puede conducir a una miríada de beneficios físicos y psicológicos.
Rituales de baño
Antiguamente todo el mundo puede haber escuchado la frase:
«La limpieza está junto a la piedad».
En las culturas antiguas, se sostuvo que era literalmente cierto, con lugares para baño público que se consideraban sagrados.
A principios del siglo XX, arqueólogos descubrieron un alto montículo en el lugar donde se encontraba la ciudad de Mohenjo Daro.
Como estructuras significativas en la ciudadela existían tres edificios: el Gran Baño, el Granero y la Casa de los Sacerdotes.
Se cree que el «Gran Baño» estuvo en uso desde alrededor de 2.500 a.C.
Los estudiosos están de acuerdo en que el público «estanque de agua», habría sido utilizado para ocasiones especiales, ya que la limpieza ritual era una parte crucial del participar en actividades sociales y religiosas.
De hecho, en ese momento en toda Asia e India, bañar el cuerpo y los rituales de baño incorporados, estaban vinculado con la limpieza del espíritu.
Bañarse como sinonimo de recreación
Cuando se trata de bañarse como recreación, tenemos que agradecer a griegos y romanos, ya que fueron realmente los pioneros detrás de esta idea.
Los baños públicos en el Imperio Romano estaban abiertos tanto a ricos como a pobres.
La gente, sin distinción de clases, acudía a los baños públicos no sólo para asearse y relajarse, sino también para compartir e incluso para hacer negocios.
Alrededor del año 300 a.C., el baño público tenía que ver tanto con socializar como con desintoxicarse.
En los baños romanos había una sala de recepción en la entrada y desde allí, se podía acceder a habitaciones separadas, dependiendo de si se quería bañar en agua caliente, tibia o fría.
Así también se animaba a los «bañistas» a hacer ejercicio mientras se trasladaban por las diferentes habitaciones.
Como resultado de las Cruzadas, el baño público comenzó a extenderse por todo el mundo antiguo.
La evolución del baño
Con el declive del Imperio Romano, el baño público pasó de moda, ya que el Imperio bizantino adoptó y modificó la práctica.
Preferían bañarse en un entorno más privado, con paredes de mosaico bellamente elaboradas. También eliminaron el agua fría como opción de baño.
Con el tiempo, la idea de construir baños alrededor de aguas termales se puso de moda.
Así es como los famosos baños húngaros llegaron a existir, y siguen existiendo incluso hoy en día, como balnearios que pueden ser disfrutados por el público.
Miedo a bañarse
Debido a la propagación de enfermedades, los europeos empezaron a evitar los baños.
Para cuando llegaron a las Américas, los colonos habían desarrollado la idea de que sumergir el cuerpo en agua debilitaría el sistema inmunológico.
Hay evidencia histórica de que los nativos americanos trataron de convencerlos de que estaban equivocados, pero no tuvieron mucho éxito en sus esfuerzos.
Más tarde, tanto en Europa como en las Américas, el cólera se convirtió en una amenaza y esto condujo a un mejor tratamiento de agua y aguas residuales.
Esto, junto con la amplia disponibilidad de fontanería interior, provocó un renovado interés en el baño.
Beneficios físicos y psicológicos
Según un estudio realizado en Japón en 2018, sumergirse en agua de hasta 37,7 °C tiene beneficios para la salud, como:
- ayudar a reducir el estrés,
- el dolor corporal,
- la fatiga, y
- a mejorar el estado de la piel.
Los investigadores creen que la mejora de los estados mentales y físicos se produce debido a la mayor circulación estimulada por el agua caliente, que contribuye a que el cuerpo elimine las toxinas.
Además de los beneficios mencionados, el baño también tiene otros beneficios psicológicos.
Según un estudio, tomar un baño con agua caliente resultó ser una terapia eficaz para disminuir los síntomas de la depresión.
Ritual personal de baño
El secreto de un tiempo de baño tranquilo, comienza con un poco de agua tibia.
Puedes mejorar la experiencia con algunos aceites esenciales y velas perfumadas si así lo deseas.
Eliminar el desorden visual de tu baño puede ayudarte a obtener una experiencia de bienestar.
Puedes también poner cosas como perlas de baño mientras agregas agua a la bañera.
Si tus músculos se encuentran doloridos, intenta agregar sales de Epsom. También puedes añadir Avena que regularmente es conocida por sus efectos suavizantes y calmantes en la piel.
Estos, son algunos de aspectos de los rituales de baño de hoy en día.
Con atención a algunos pequeños detalles, estarás seguro de disfrutar en casa de un baño más revitalizante.