Poesía – El árbol de la vida

Por Alener

Cuando abandoné la ciudad

me interné en un vacío

y críptico desierto.

 

Cuando ya parecía

no tener más esperanzas

vi a lo lejos un oasis.

 

Cuando llegué

descubrí que el oasis

era un bosque encantado.

 

Cuando comencé a internarme en él

cada vez que descubría algún páramo deslumbrante

una fuerza invisible

me impulsaba

a seguir recorriendo

sus ignotos senderos.

 

Cuando así creí haber recorrido

todo el bosque 

la misma fuerza me impulsaba más a prisa

fue así, como

vez tras vez

descubría otros bosques

con paisajes

aún más secretos y deslumbrantes.

 

Cuando creí estar prisionero del vértigo

ocurrió:

logré ver al árbol encantado

que creía 

ya me tenía prisionero

 

Sus infinitas ramas

eran los caminos que

me hacían recorrer

sus dominios.

 

Sus incontables hojas

siempre verdes

parecían decir

que es en cambio donde reside la vida.

 

Sus raíces eran tan profundas

como el mismo mundo

pero él 

al ser casi el movimiento mismo

no estaba atado a nada.

 

Sus frutos eran

sus muy singulares

y sorprendentes momentos

que solía brindar

a quienes lograban llegar a él.

 

Un instante después

brotó arrolladoramente en mí 

la pregunta:

¿tendría como ese remoto bosque

un principio oculto

más elevado

más bello y sobretodo 

mucho más insondable?

 

Desde ese entonces 

no paré de buscarlo

hasta encontrarlo

Cuando logré soltar

todo lo que realmente

me tenía prisionero

pude al fin conocerlo.

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