Pequeños grandes gestos de bondad: una simple rosa cambió una vida

Por Yi Ming

Había una vez una niña que vendía flores en la calle. Al final del día, después de vender la mayor parte de sus flores, le dio su última rosa a un mendigo y se fue a casa. El mendigo se sorprendió con tan delicado e inesperado obsequio. Porque él era sólo un mendigo, nadie le había dado jamás un regalo tan hermoso.

Esa noche, cuando regresó a la pequeña habitación que era su hogar, encontró un jarrón sucio que estaba entre un montón de trastos y le agregó un poco de agua. Puso la rosa en el jarrón y la colocó sobre la mesa. Después de eso, se sentó en silencio y admiró la rosa.

Sin embargo, de pronto sintió que una rosa tan hermosa merecía un jarrón más bonito. Así que limpió el jarrón a fondo y le colocó la rosa de nuevo.

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Sin embargo, de pronto sintió que una rosa tan hermosa merecía un jarrón más bonito. Así que limpió el jarrón a fondo y colocó la rosa nuevamente. (Imagen: pixabay / CC0 1.0)

Después de observar la rosa por otro corto tiempo, sintió que ese jarrón con una rosa tan hermosa no debía estar sobre una mesa sucia y desordenada. Así que comenzó a limpiar y ordenar la mesa.

Empezó a disfrutar de nuevo la belleza de la rosa; Sin embargo, pensó que algo no estaba bien, porque la mesa era agradable y limpia, pero la habitación era un desastre. Así que, comenzó a limpiar su habitación y tiró toda la basura.

Después de limpiarla, su habitación parecía diferente. La rosa y la habitación limpia realmente cambiaron su estado de ánimo. Por un momento había olvidado dónde estaba, hasta que de repente, se miró en un espejo y vio a un joven desaliñado en él.

No se reconoció a sí mismo, y sintió que no encajaba aquí. Lavó toda su ropa, se bañó y se afeitó. Cuando volvió a mirarse al espejo, un hermoso rostro juvenil le devolvió la mirada.

He looked at the mirror for a few more second, and made the decision that he did not want to be a beggar anymore. (Image: pixabay / CC0 1.0)
Se miró al espejo unos segundos más, y tomó la decisión de que ya no quería ser mendigo. (Imagen: pixabay / CC0 1.0)

Se miró al espejo unos segundos más, y tomó la decisión de que ya no quería ser mendigo. A la mañana siguiente, salió a buscar un trabajo, y como no le importaba trabajar duro, pronto encontró un trabajo como empleado portuario.

Tal vez porque su corazón contenía un pimpollo de rosa, trabajó duro y después de unos años, se convirtió en un empresario bien remunerado con su propio negocio de paquetería y envíos.

Varios años pasaron, y finalmente encontró aquella niña que le dio la rosa. Le dio la mitad de su fortuna como pago por la esperanza que ella le inculcó. Con esa esperanza, representada por una simple rosa, caminó por el sendero correcto. Esta historia es la personificación misma de cómo los pequeños gestos de bondad pueden cambiar una vida.

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