En cuarto lugar, Hong Kong tiene una cultura única que es implícita al pueblo hongkonés. Somos una comunidad con un carácter colectivo, que incluye una lengua única, unos hábitos de vida únicos y una forma de pensar única.
Vayamos donde vayamos, debido a nuestro sentido de afinidad de carne y sangre, nos resulta fácil integrarnos en un solo cuerpo.
Mientras que Taiwán ha atravesado un periodo de caos autocrático y la China continental lleva mucho tiempo bajo el puño de hierro de la dictadura, los habitantes de Hong Kong han vivido en una sociedad segura e igualitaria, disfrutando de la libertad y el Estado de Derecho durante los últimos cien años.
Como resultado, hemos desarrollado un temperamento independiente, irrestricto y de espíritu libre. El fraude, la astucia y la brutalidad del Partido Comunista Chino se oponen frontalmente a nuestros valores y carácter.
Estas cosas comunistas son precisamente lo que más aborrece el pueblo de Hong Kong, y ambos puntos de vista son irreconciliables.
Llegué a Hong Kong con 30 años, y mi carácter ya estaba trazado. Pasé 10 años transformándome en un auténtico hongkonés, y ahora me identifico más con el pueblo de Hong Kong que con mis compatriotas, y más con Hong Kong que con mi ciudad natal de Anhai, Jinjiang, Fujian.
Tras las protestas contra la extradición, escribí un artículo en el periódico en apoyo del movimiento. A raíz de ello, mis ex compañeros del continente me llamaron traidor.
Poco después, escribí un artículo en el Apple Daily titulado ¿Ser un traidor o un esclavo?
En el artículo, utilicé los ejemplos de Sun Yat-sen y Mao Zedong, ambos colludidos con potencias extranjeras para oprimir al pueblo chino: Los japoneses proporcionaron dinero y armas a Sun Yat-sen, mientras que los soviéticos proporcionaron dinero y armas a Mao Zedong.
Afirmé que prefería ser un traidor de pie, que un esclavo arrodillado en la sumisión.
Debo esta claridad, fuerza y determinación a Hong Kong, el lugar que me transformó, el lugar que me dio una nueva vida.
Llegué a Hong Kong con un cuerpo herido y una cuenta bancaria vacía, y me fui de Hong Kong con mis ideales personales realizados, y mis hijos educados.
Hong Kong ha sido amable conmigo, y estaré siempre en deuda.
Creo que hay millones de hongkoneses como yo. Ahora estamos sufriendo, al igual que Hong Kong. Debemos sobrevivir a este difícil momento y luego planificar a largo plazo.
Puede que hoy nos hayamos ido, pero volveremos en el futuro. Mientras los corazones de los hongkoneses no mueran, Hong Kong no morirá. Mientras haya rectitud, las fuerzas del mal no podrán perdurar.
Hong Kong puede caer, pero un día resurgirá de sus cenizas y brillará más que nunca.
Traducido por Yi Ming y editado por T Denning