Por KanZhongGuo
Hace mucho tiempo, un hombre de negocios se volvió a casar, después de que su primera esposa falleciera. Su segunda esposa comenzó a desarrollar odio hacia su nuevo hijastro y conspiro para asesinarlo. «¿Cuál será la mejor manera de hacerlo?» Se preguntaba. «Yo no puedo matarlo, ni envenenarlo, porque la gente se dará cuenta» finalmente, se le ocurrió una idea.
Un día su marido se fue en un viaje de negocios, por lo que la madrastra quedó a cargo de preparar el almuerzo para el niño de 10 años de edad, quién iba a las montañas a trabajar. Ella intencionalmente preparo el arroz a medio cocer con la esperanza de que muriera de indigestión.
Después de unas semanas, el niño comenzó a sufrir de dolores de estómago y comenzó a perder peso. Cada vez que se quejaba con su madrastra sobre su condición, ella se alegraba. Sintiéndose alentada, continuó preparando su almuerzo con arroz a medio cocer.
El destino quiso que, un día, el niño encontrara un árbol cargado de frutos maduros. Por curiosidad, tomó algunas de las bayas y le parecieron deliciosas. Las bayas también saciaron su sed. Sintiéndose mejor, siguió comiendo las bayas todos los días, y poco a poco aumento de peso.
«¿Qué pasó?» se preguntó la madrastra a sí misma con incredulidad. «¡No sólo no se está muriendo, sino que se ve aún más saludable que antes! Quizás Dios protege a este niño» Temiendo a Dios, la madrastra decidió poner fin a su siniestro plan.
Cuando el marido regresó a casa, su hijo le habló de las curiosas bayas. Con una visión empresarial, el padre decidió comercializar los frutos con los herbolarios locales.
Paso el tiempo y ahora a esas bayas se les conoce como el espino chino, o las bayas de Shan Zha.