Algunas personas pasan mucho tiempo sintiéndose enojadas, peleando y preocupándose constantemente, con la idea de que los pasan por encima o se les faltan el respeto.
No pueden vivir un día completo sin arremeter contra alguien, quejándose o pensando en formas de controlar a los demás. Creen que esto puede resolver sus problemas y actuar de esta manera los llevará a un buen resultado.
¿Qué causan realmente la ira y el resentimiento en el cerebro, cuerpo y relaciones? ¿Puede la lucha contra los demás tener realmente efectos positivos? ¿Ganar una discusión y superar a alguien, significa que eres fuerte?
Aprendizaje
Nunca he sido una persona enojosa o resentida, aunque a veces pierdo los estribos; durante mi adolescencia y los años de niñez, pasé por las habituales etapas rebeldes y dañinas.
Al crecer, conocí y compartí partes de mi transición con diferentes personas.
Algunas pensaban que, para tener éxito en la vida, debían ser agresivas, luchar y defenderse permanentemente, en una especie de batalla constante para ser consideradas, escuchadas y respetadas.
He aprendido que esta es una forma dolorosa de proceder.
A menudo me decían que era «demasiado amable» e indulgente, así empecé a reflexionar y a preguntarme si había algo de verdad en estos comentarios.
A pesar de mi personalidad terca y de la capacidad de ser ruidosa si quiero (tengo «voz de maestra»), creo que no es gritando y chillando como se obtiene algo, ya que las voces más sabias y decididas son a menudo las más amables y gentiles.
Por lo tanto, decidí que dar a la ira y a la agresividad un valor positivo en mi existencia, no reflejaba quién era o quién quería ser y que trabajaría en la dirección opuesta.
Mucha gente confunde el comportamiento agresivo y dominante con ser fuerte, sin darse cuenta de que las personas que son realmente fuertes son las que mantienen la calma y, después de caer, se levantan motivadas para mejorar.
Fuerza
Las personas fuertes pueden equilibrar la racionalidad y las emociones, no tienen como objetivo ser mejores que los demás. Su objetivo es mejorarse a sí mismas mientras refuerzan a las que las rodean durante su trayecto.
Fortaleza es ser capaz de aferrarse a sus valores frente a dificultades e intereses personales, ser fiel a sí mismo y soportar las consecuencias, incluso cuando es más fácil y conveniente desviarse.
La fuerza es el perdón y a veces incluso la renuncia. Es la capacidad de dejarse llevar por la compasión, considerando primero a los demás.
Al igual que con la fuerza física, requiere entrenamiento, auto disciplina, determinación y sacrificio para desarrollarse y crecer.
Es un proceso continuo de conciencia, introspección y cambio, que dura toda la vida y no está exento de cometer errores.
A lo largo de los años y antes de elegir el sector de la educación, trabajé en diferentes industrias tuve algunos cargos directivos.
Esto me permitió observar, experimentar y aprender de una amplia gama de situaciones.
Muchas personas viven sólo para competir con otros – quieren «estar arriba»- y harán lo que sea para alcanzar una posición de poder, un salario alto o cierto tipo de reputación.
La ira, el resentimiento y la venganza, son rasgos comunes que a menudo van de la mano con este deseo de competir y derivan de otros sentimientos negativos, incluyendo los celos, la codicia y la envidia.
Aunque estas emociones y las acciones consiguientes puedan traer algunos episodios superficiales y temporales de plenitud al superar a otros, a la larga no conducen a ningún resultado verdaderamente positivo.
Cuerpo
Podemos ver la ira y «sus amigos» desde varias perspectivas.
Físicamente, cuando una persona está enfadada, su presión sanguínea, su ritmo cardíaco y su nivel de testosterona aumentan.
Si este estado persiste, el sistema gástrico y la piel también pueden verse afectados, uno puede sufrir de reflujo y sarpullidos y estos son sólo algunos de los posibles efectos.
La mente y el cuerpo están estrictamente conectados y el hecho de sentirse constantemente resentido y en un estado mental negativo, puede hacer que una persona sea más propensa a enfermarse.
Cuando estás amargado, tu pecho se siente pesado y tus pensamientos giran en torno al tema que causó ese estado – estás atascado.
Se convierte en un círculo vicioso que, si no se aborda, se intensifica y te afecta cada vez más.
La ira no sólo no conduce a una solución positiva de tu problema, sino que también socava y deteriora tus relaciones, especialmente con la familia y los amigos.
Las palabras odiosas y rencorosas duelen y no se pueden retirar una vez que se pronuncian.
La escuela Buda cree que la ira, los sentimientos negativos y las palabras, producen karma, una sustancia negra.
Por esta razón, muchos monjes cultivan sus pensamientos y su habla limpiándolos y purificándolos constantemente e incluso pasan períodos de tiempo en completo silencio.
¿No se siente todo esto mucho mejor y más ligero que la ira y el resentimiento?