Había una familia de tres integrantes. El hombre de la casa era honesto y bueno, mientras que la esposa era trabajadora e inteligente. Tenían una hija de 17 años. Debe haber sido una familia admirada por otros. Pero como dice el viejo refrán chino: «Cada familia tiene sus propios problemas». La familia me contó la siguiente historia.
La esposa me dijo que ella y su marido crecieron en el pueblo, y ellos no se conocían antes de casarse. Cuando le presentaron a su marido, ella vio a un hombre muy tímido y tranquilo por lo que le pareció muy fiable y acordó casarse con él. Sin embargo, una vez que se casaron, se dio cuenta de que él tenía muchos malos hábitos que apenas podía soportar. Nunca cerraba la boca mientras comía, y si comía fideos, todos sus vecinos tanto los de arriba como los de abajo podían oír el repugnante ruido que hacía.
Cuando esto pasaba, ella se sentía muy avergonzada, a él simplemente no le importaba en absoluto. A veces la esposa cuando estaba molesta le decía «espinilla de olmo», esto no le preocupaba para nada a él y no cambiaba su actitud.

Peleaban por estas cosas. Ella se avergonzada de sí misma, porque sentía que su marido era el hazme reír de sus vecinos y en consecuencia ella y su hija eran despreciadas por otros. Ella luchó por el divorcio muchas veces. Pero cada vez, era detenida por su familia y amigos.
Siempre que lo veía, se sentía molesta, como si estuviera asfixiada. Lo mismo sucedía con su hija, que siempre se quejaba de que a su padre no le importaba nada. Nunca la sacó ni la abrazó ni la besó. Rara vez se comunicaba con él. Aunque eran padre e hija, se sentían más como extraños.
A veces la madre y la hija hablaban alegremente en casa, pero una vez que el padre entraba en la habitación, se generaba un silencio incómodo. La madre y la hija no sabían qué hablar con el padre.
La madre y su hija posteriormente se convirtieron al budismo y fueron capaces de lidiar con muchas cosas con facilidad. Pero cada vez que se mencionaba a su marido, ella se molestaba. Había esperado, a través de la cultivación del ser, olvidar y aliviar toda la tristeza que este matrimonio le había traído.
Sin embargo, desde la conversión al budismo, ella apenas podía soportar el olor de su marido. Así que se separaron y se negaron a decir una palabra el uno del otro.
Después de tres años de separación, ella decidió que una vez que su hija terminara su examen de ingreso a la universidad, se divorciaría de su marido. Debido a toda la tristeza y problemas, padecía dolores de cabeza recurrentes.
Sentí pena de mi amiga y quise ayudarla. Así que llamé a un monje que tenía la capacidad de conocer el destino de una persona y podía decir las relaciones de la vida pasada entre las personas. Después de escuchar su historia, el monje lentamente me dijo lo que vio. Era la relación entre la esposa y su marido.
Él dijo que la esposa fue un hombre muy pobre en una vida anterior, y él ganó su pan cavando y recogiendo hierbas del bosque en las montañas. Una vez, fue a vender hierbas a la farmacia al pie de la montaña y el comerciante le dijo: «¿Sabes que hay un olmo milenario en la montaña cuya corteza puede usarse para la medicina? y debido a que se encuentra en la cima de la montaña, nadie se atreve a ir allí para conseguirlo. Si puedes cortar toda la corteza del olmo y venderla a nuestra farmacia, serás muy rico «.
El pobre hombre estaba muy feliz, pensando que una vez que ganara ese dinero, tendría suficiente para tomar una esposa. Así que después de mucho tiempo en la preparación, escalando la montaña, y vadeando los ríos, él finalmente encontró el olmo milenario. Era un árbol tan grande que ni siquiera tres personas podían rodearlo. Con alegría, comenzó a pelar la corteza del árbol con su hacha. Pero debido a su cansancio por buscar el árbol y subir la montaña, pronto se quedó dormido.
En un sueño, vio a un joven de verde que se arrodilló frente a él, diciendo: «Yo soy el viejo olmo que se ha cultivado durante mil años. Podré obtener el Dao y ser un Dios en tres años más. Si desprendes toda mi corteza, todo mi esfuerzo será en vano. Por favor espera tres años más y entonces podrás venir aquí para cortar la corteza de mí. Si puedes seguir mi instrucción y cambiar tu mente sobre cortar mi corteza, te pagaré más tarde con mi gratitud».
Pero el hombre gritó en su sueño: «No, no, no puedo hacer eso. Quiero tener una esposa y no puedo esperar tres años más».
Cuando despertó, miró a su alrededor, pero no vio a nadie de color verde. Así que siguió cortando y pelando la corteza del olmo. Llevando la gran corteza de olmo, regresó a la farmacia. El comerciante de la farmacia estaba muy contento de verlo de nuevo e inmediatamente puso la corteza en las balanzas para pesarlo.
El pobre hombre no pudo leer la balanza y dijo: «No me engañes con tus mediciones, ya que me ha costado mucho obtener toda esta corteza del olmo.» El comerciante le prometió: «Por supuesto, por supuesto, si yo te engaño con la balanza, déjame ser tu hijo en la próxima vida».
El viejo monje dijo que la esposa fue el pobre de aquella vida, y su marido era el pobre olmo cuya corteza había sido cortada por ella en esa vida pasada, y su hija era en realidad el tendero, quién la engañó en esa vida. Así que la esposa quien regañaba a su marido por ser una espinilla de olmo que no se preocupaba por nada, él era en realidad el olmo, cuya corteza fue cortada por ella en la otra vida. Así que se vio obligada a sufrir tanto por él.
El viejo monje también dijo que el temperamento y el hábito de una persona en realidad se puede remontar a las experiencias de una vida anterior. Como el comerciante de la farmacia engañó al pobre hombre, aunque no se reencarnó como su hijo, se convirtió en la hija en esta vida. Fue debido a los incentivos del comerciante, quién arruinó el proceso de cultivación del viejo olmo, y en esta vida se reencarnó para ser la hija de la familia. Pero su padre, la reencarnación del viejo olmo, no la quería ni la amaba en absoluto. Esta fue la razón de la indiferencia entre el padre y la hija.
