Juego de Palabras

Por Elena Gordillo

Pienso en las palabras que a veces se desapalabran. Otras se te incrustan.
Se desacomodan de afuera para adentro. Y se acomodan de adentro para fuera. A veces pierden el sentido y se trastornan.

Te lo digo, yo las he visto.

Como un torbellino que se lleva puesta la mirada del otro… Pero no de ese otro del que hablaba Sartre, no. El otro opuesto nuestro… ese de adentro, que nos habla como con ecos, que a veces está en desacuerdo, más bien cuerdo.

Es tan difícil comprender a veces como el cielo se desangra solo en ráfagas de movimientos, cuando se abre la boca y movemos los labios para decir lo casi indecible o más bien indeseable.

Y quien es tan fuerte para soportarlo, de un lado o del otro. Quizás el otro pueda.

Sartre dice «EL INFIERNO ES LA MIRADA DEL OTRO». Yo le creo. Sí.

Así, en esa escalera de letras se van compaginando los escalones hacia arriba o hacia abajo y la distancia entre ellos es casi del largo de un turrón.

La noche llega ya y aún los pájaros siguen revoloteando el encéfalo… Cual palabra es más aguda y puntiaguda para que como  cuchillo se clave y desclave.

¡Que sea instantáneo como un suspiro!
A veces la h es muda, otras no. Para mí es la que más dice, sí, la más potente, la que más me pesa.

Y pensar que el tiempo tiene la potestad de llevarse a veces los recuerdos… pero las palabras no… Las palabras son fuertes, a las palabras no se las lleva el viento, como dicen por ahí.

El talón se lo llevó a Aquiles, pobre, será que todos tenemos nuestro punto débil, hasta el mismo acero. Pero Las palabras son tajantes, te hacen tajos y zanjas. Son como tatuajes. Sí. Son gigantes, profundas.

El mar… El mar quizás se las lleve… ¡Y si se llevó a Alfonsina! Sí… El mar… Sí… Quizás.

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