Por Helen London
John Rabe, empresario alemán, es conocido en todo el mundo por haber establecido una zona segura durante la Segunda Guerra Sino-Japonesa en China (1937-1945) y haber salvado de esa manera a 250.000 chinos.
A continuación te contamos su historia…
John Rabe nació en una familia tradicionalmente cristiana de Hamburgo (Alemania). Su padre era capitán. John fue bautizado de niño y recibió una profunda influencia de las enseñanzas básicas de Martín Lutero.
Tenía fe en los Diez Mandamientos y en el principio de amar al mundo presentado en el Antiguo Testamento. Creía que debía amar a todos los que le rodeaban igual que amaba a Dios, lo que tuvo un impacto significativo en su vida.
A los dieciséis años, John dejó la escuela tras la muerte de su padre y empezó a trabajar como empleado en una empresa exportadora. Por su humildad, rectitud, franqueza y personalidad servicial, su jefe lo recomendó para trabajar en una prestigiosa empresa extranjera británica en Mozambique (África), donde aprendió a dominar el inglés y a hacer negocios internacionales.
Cuando John Rabe era niño, oía a menudo a su padre hablar de sus viajes por China y admiraba las obras de arte chinas que su padre traía de vuelta.
En 1908 viajó a China para hacer negocios y fue contratado por la empresa alemana Siemens. Después de vivir unos años en China, aprendió más y más sobre la amplia y profunda cultura tradicional de ese país y se enamoró de este lugar, por lo que se estableció allí.
En 1917, el primer ministro del gobierno de Beiyang, Duan Qirui, declaró la guerra a Alemania. En ese momento, John Rabe, que se encontraba en China, fue obligado a regresar a Alemania. Pero regresó a China tres años después.
En 1931 fue ascendido a director de la sucursal de Siemens en Nanjing. La situación en Alemania y en el mundo cambió mucho durante este periodo. Hitler, el líder del Partido Nazi, se convirtió en el jefe de Alemania.
John Rabe se unió al partido nazi
John Rabe era un patriota. Había permanecido mucho tiempo en China, por lo que no sabía nada de las atrocidades de los nazis, ya que entonces las noticias no eran instantáneas como ahora.
Pensaba que Hitler había contribuido a la economía alemana. En 1934, construyó una escuela alemana en Nanjing. Según la normativa de la época, tenía que ser miembro del partido nazi para poder solicitar subvenciones para profesores y fondos de enseñanza.
En su ignorancia, John se afilió al partido nazi en 1934, lo que allanó el camino de sus futuros sufrimientos.
En julio de 1937, el ejército japonés comenzó a invadir China a fondo y, en diciembre, había llegado a la ciudad de Nanjing, capital de China en ese entonces.
En aquel momento, la mayoría de los extranjeros optaron por huir. Sin embargo, John Rabe sintió que su deber era quedarse y proteger al pueblo chino. Su mayor preocupación no era su seguridad, sino la de los refugiados de la ciudad.
Creó el «Comité Internacional para la Zona de Seguridad de Nanjing» junto con más de una docena de misioneros extranjeros, profesores universitarios, médicos y hombres de negocios.
Como alemán, podía utilizar su nacionalidad para negociar con Japón, que era aliado de Alemania, por lo que asumió el papel de presidente del comité.
Después de que el ejército japonés capturara Nanjing, empezaron a quemar, matar y saquear, cometiendo crímenes y atrocidades e irrumpiendo repetidamente en la zona de seguridad.
Para mostrar pruebas y protestar ante la embajada japonesa, John Rabe registró inicialmente los hechos en un diario y anotó los nombres y números de tropa de los intrusos.
Sin embargo, la protesta de John Rabe no obtuvo respuesta, así que recorrió las calles para detener las atrocidades del ejército japonés. En la calle, gritó a los soldados japoneses que eran violentos con los chinos y mostró el signo del Partido Nazi. Los soldados japoneses tuvieron que marcharse tras verlo.
Para acoger a cientos de mujeres, John Rabe desalojó su casa y desplegó en el exterior una gran bandera del partido nazi alemán para que los japoneses no se atrevieran a bombardear la residencia.
Se encargó personalmente de repartir comida, negociar con los militares japoneses y prohibir a los soldados japoneses la entrada en la zona de seguridad
John también inspiró a los refugiados a permanecer en la zona de seguridad, dándoles confianza para vivir. El valor y la generosidad de John Rabe se ganaron la admiración de todos. Incluso los japoneses, a los que había boicoteado, le mostraron respeto.
En febrero de 1938, bajo la fuerte intervención del ejército japonés, John Rabe se vio obligado a abandonar Nanjing y regresar a Alemania.
Sin embargo, gracias a sus esfuerzos durante ese periodo, 250.000 chinos se salvaron.
Continuará…