Por Tatiana Denning
«La forma más corta y segura de vivir con honor en el mundo es ser realmente lo que aparentamos ser; y si observamos, encontraremos que todas las virtudes humanas aumentan y se fortalecen con su práctica» – Sócrates.
Cuando mi hijo Jacobo era pequeño, solía delatarse a sí mismo. No importaba lo poco que hubiera hecho, siempre me buscaba para confesar: «Mamá, he tirado el cuadro» o «Mamá, he roto mi tren».
Parecía tener la necesidad de hacerme saber lo que había hecho para poder corregir su mal comportamiento y hacer las cosas bien. Siempre encontré refrescante su inocencia y honestidad.
Estas confesiones continuaron hasta alrededor del cuarto o quinto grado, cuando comencé a notar un cambio. Dejó de delatarse a sí mismo y a veces ni siquiera quería decirme si había hecho algo que no debía. En ocasiones incluso intentaba encubrirlo.
Por supuesto, para entonces, había tenido muchas nuevas influencias externas, junto a un creciente deseo de no meterse en problemas.
Como médico osteópata, he sido entrenada para ver a la persona en su totalidad, en mente, cuerpo y espíritu, con el entendimiento de que ccada parte de nosotros influye en nuestra salud y bienestar.
Si ignoras una parte, el todo no puede estar bien. El carácter moral y sus valores tienen un papel vital que desempeñar aquí.
Citando a Sócrates de nuevo:
«Hay dos tipos de enfermedades del alma: el vicio y la ignorancia».
Fue con este conocimiento que busqué ayudar a mi hijo a entender por qué y cómo debe hacer lo correcto. Esto constituye el núcleo de lo que somos.
Lecciones de vida
Desde que era pequeño, los fines de semana por la mañana Jacobo se subía a mi cama y teníamos nuestras charlas de «lecciones de vida», como yo las llamaba. Discutíamos todo, desde lo que pasó en la escuela con sus amigos y profesores, hasta por qué pasaban algunas cosas malas en el mundo, por qué fuimos creados, entre otras cosas…
A menudo hacía preguntas con una profundidad que iba más allá de su edad y yo intentaba responder lo mejor que podía, mientras le preguntaba también por sus pensamientos. Las lecciones de honestidad, amabilidad y de pensar primero en los demás, eran sólo algunos de los temas que se tejían a lo largo de nuestras charlas, él parecía captarlos todo fácilmente.
Decidí usar parte de este precioso tiempo para discutir una importante lección de vida, especialmente dado el cambio que empecé a notar: «el tema de hacer lo correcto, incluso cuando nadie esté mirando».
Ya habíamos tocado este tema antes, pero quería que mi hijo entendiera que sólo porque nadie más supiera que había hecho algo malo, eso no lo hacía correcto. Todos somos responsables en última instancia de nuestras decisiones y esas decisiones tienen consecuencias. Era importante que él entendiera esto.
Mientras hablábamos de hacer lo correcto, me di cuenta de que, a primera vista, a veces pueden haber decisiones difíciles de tomar. Ciertamente he cometido mi parte de errores.
Susan Alexander Yates, en el sitio de padres en línea Focus on the Family, hace algunas observaciones muy válidas sobre la importancia de mantener la integridad por sobre todo.
Debemos tener cuidado de no torcer nuestros principios, no importa cuán pequeño sea el asunto, cuán equivocados nos sintamos, cuán justificados estemos en nuestras acciones o cuán ventajoso pueda ser para nosotros.
Ella señala:
«Como padres, ¿valoramos la integridad más que el éxito?
Si valoro la integridad, no escribiré el ensayo de mi hija para la universidad, aunque piense que podría aumentar sus posibilidades de ser aceptada.
Debido a los valores distorsionados de nuestra cultura, tenemos que estar atentos: El deseo de éxito puede influir sutilmente en nuestras decisiones y, en última instancia, erosionar nuestro carácter».
Señalar a nuestros hijos los momentos que elegimos hacer lo correcto, en lugar de hacer lo que es más beneficioso para nosotros, puede enseñar a nuestros niños cómo empezar a pensar de esta manera. Y cuanto más practicamos esta forma de pensar y comportarnos, nos volvemos más competentes en hacer lo correcto.
Tomar buenas decisiones
Tenemos oportunidades diarias que nos ponen a prueba sobre si elegimos hacer lo correcto o lo fácil, lo conveniente y, en última instancia: lo que nos interesa.
A veces estas elecciones no son fáciles y podemos encontrarnos en medio de un verdadero conflicto interno. Pero, en última instancia, ¿qué voz elegiremos para escuchar?
De niños, somos más puros, pero a medida que maduramos, nos exponemos a ejemplos de otros que a veces no hacen lo correcto. Estos ejemplos provienen de nuestros padres, de otros niños en la escuela, de la televisión, de las redes sociales, entre otros.
Con todos estos mensajes, podríamos empezar a creer que, después de todo, hacer lo correcto no es tan importante.
Es fundamental hacer lo correcto, lo que también es conocido como integridad. Es vital para las personas que somos hoy en día y en lo que nos convertiremos en el futuro.
Nuestra integridad dará forma a nuestros hijos y, por lo tanto, a las generaciones futuras y a la sociedad en general.
Tiene un impacto en las decisiones que tomamos día a día, en nuestras relaciones, en cómo respondemos a los desafíos diarios, en cómo elegimos a nuestros líderes y, de alguna manera, en casi todos los aspectos de nuestra vida.
Susan Alexandra Yates continúa diciendo esto sobre la integridad:
«Ser una persona íntegra significa ser alguien que es completamente honesto, fiable, digno y confiable, ya sea que otros estén mirando o no.
Desafortunadamente, la cultura actual no valora la integridad. Esto a menudo conduce a una actitud que dice que está bien hacer lo que queramos, siempre y cuando nadie salga herido y no nos atrapen».
Hoy en día en la sociedad, se habla mucho sobre hacer lo que uno quiere. También hay muchos ejemplos de mal comportamiento que suelen justificarse con sentirse mal o molesto por algún asunto. En mi opinión, esto es un pensamiento incorrecto.
Por el bien de tu carácter moral, así como por el bien de los que nos rodean y de la sociedad en general, debes tomar buenas decisiones y actuar con amabilidad e integridad, sin importar la situación.
Después de todo, a menos que vivas en una isla desierta, quién eres y cómo te comportas afecta a los demás. No hay forma de evitarlo.
Y al final del día, el mal comportamiento sigue siendo un mal comportamiento, no importa cómo intentes justificarlo.
Saber dónde estás parado
Es importante pensar seriamente en lo que es tu moral y lo que son tus valores y luego transmitirlos a tus hijos.
Lo puedes hacer resaltando estos principios y conversando con tus hijos cada vez que puedas, incluso si es mientras das un paseo o conduces a la escuela.
Es un hecho triste que hoy en día las conversaciones sobre moral y valores no se lleven a cabo con suficiente frecuencia con nuestros hijos.
Viviendo en un mundo con un estado caótico, estas charlas son necesarias ahora más que nunca.
Merriam-Webster define la integridad como «una firme adhesión a un código de valores especialmente morales o artísticos».
Esta adhesión a un código de valores morales, contrasta en la conformidad con la opinión pública o popular, especialmente cuando lo que es popular se aleja de lo que es correcto. Esto es importante para que todos lo recordemos, pero especialmente para tus hijos: La presión de nuestros pares puede llevarnos por un camino devastador con una sola mala elección.
Por esta razón, las conversaciones con mi hijo siempre incluyeron juegos de rol. Por ejemplo, le preguntaba cosas como:
«¿Qué harías si algunos niños de tu clase te pidieran que robaras algo de una tienda?. ¿Y qué pasaría si empiezan a insultarte si no te unes a ellos?»
Después de que él respondiera con: «Simplemente diría que no y me iría».
Subiría un poco la apuesta: «¿Y si A.S. (su mejor amigo) te pidiera que robaras el nuevo videojuego de Mario Bros que realmente querías y supieras que nadie te vería hacerlo?»
Le he planteado diferentes escenarios a lo largo de los años, que implican todo, desde fumar, a hacer trampas, a asumir la responsabilidad de sus acciones, a poner a los demás primero. Mi esperanza es que si piensa en algunas de estas cosas por adelantado, sabrá a qué atenerse y será más fácil hacer lo correcto cuando llegue el momento.
Inculcar la integridad
En un artículo de Psychology Today, Laura Markham nos brinda ideas de cómo puedes ayudar a tus hijos a aprender a hacer lo correcto. Enumera cuatro cosas en las que hay que centrarse, cuando se enseña a los niños sobre la integridad
- Primero, los niños siempre prestan atención a tu comportamiento, lo que significa que tú eres el modelo y ellos aprenden. Y creo que todos los padres saben que aunque piensen que su hijo no siempre está prestando atención – lo está haciendo.
Digamos, por ejemplo, que sales de la tienda de comestibles y ves que el dependiente se olvidó de cobrarte el agua.
Si dices: «Olvídalo, no tengo tiempo de volver a entrar», o peor aún: «Impresionante, agua gratis», ¿qué lección le enseña a tu hijo?.
Volver y pagar el agua es lo correcto y entonces tu hijo aprende a manejar con integridad situaciones similares. A medida que avanza el día, es crucial que hagas lo correcto para que tus hijos sepan cómo se espera que se comporten.
Me gustaría señalar aquí que aunque es importante modelar el buen comportamiento, no significa que no debas corregir o guiar a tus hijos simplemente porque hayas cometido los mismos errores que les ves cometer. Si utilizas esta forma de pensar incorrecta, ¿cómo enseñarás a tus hijos a distinguir entre lo recto y lo incorrecto?
Como padre, es tu trabajo guiar a tus hijos por un buen camino, educarlos con la razón y los valores correctos. Si crees que tienes que ser perfecto para hacer esto, ¿cómo puedes ser un padre efectivo?.
Somos humanos, después de todo y, por lo tanto, tropezaremos y caeremos y ciertamente cada uno de nosotros tiene sus propias fallas y defectos. Pero no deberías usar esto como una razón para permitir pasivamente que tus hijos muestren un mal juicio o un mal comportamiento.
Tal pensamiento llevará a un descenso en el comportamiento, la moral y los valores de tus hijos y por consiguiente de la sociedad en general.
- Otro punto en el cual hay que centrarse es señalar a tu hijo en cómo sus acciones afectan a los demás, esto lo hará detenerse a pensar si está actuando de una manera amable y considerada. Es el principio de «haz a los demás lo que te gustaría que te hicieran a ti» lo que funciona.
Cuando tu hijo deja que otro juegue con su camión favorito, indícale lo feliz que lo hizo y cómo se sentiría si alguien compartiera su juguete favorito con él. Luego, pregúntale a tu hijo cómo se siente después de compartir su camión.
Hacer lo correcto es tan bueno para él que da, como para él que recibe, así que asegúrate de que tu hijo reconozca esto.
- También tienes la oportunidad de utilizar como un momento de enseñanza, el hecho de hacer algo incorrecto y ofrecer opciones alternativas para un buen comportamiento.
Por ejemplo, digamos que tu hijo elige jugar en lugar de hacer los deberes y después obtiene una mala nota en su tarea. Es una oportunidad para que experimente repercusiones y piense en lo que podría hacer de forma diferente la próxima vez.
Como alternativa, podría sentarse todos los días luego de la escuela a hacer sus deberes y jugar después. ¿Crees que se sentiría mejor al jugar sabiendo que su tarea está esperando, y luego tener que apurarse para hacerla cuando ya esté cansado de jugar?
- Por último, Markham recomienda hacerles a nuestros hijos preguntas que les permitan reflexionar sobre su comportamiento y sus acciones. Para esto es muy efectivo usar juegos de rol como lo hice con Jacobo:
«¿Qué harías si ocurriera esta situación?»
Preguntale a tu hijo qué aprendió de una situación, y si alguna parte de él supiera que lo que ocurrió no estuvo bien, también le ayudará a mirar en su interior y ver dónde puede mejorar. Algunas de las lecciones más valiosas de la vida vienen de esta manera.
Una forma de pensar que podemos cultivar
Mark Merrill, padre de cinco hijos y defensor de la integridad, dice:
«¿Qué pasaría si te dijera que no se trata de una simple acción, sino de una mentalidad que debes desarrollar?.
La integridad nace en la mente y en el corazón de una persona. Viene de lo que realmente eres como hombre o mujer y de lo que realmente crees sobre lo correcto e incorrecto, sobre el bien y el mal.
La integridad se exhibe no sólo en un acto de bondad, sino en todo tu carácter».
Merrill sugiere centrarse en algunos fundamentos para desarrollar la integridad:
- Qué dices,
- Cómo lo dices,
- Qué haces y…
- Cómo lo haces.
Usando esto como guía, puedes evaluar cómo te comportas para asegurarte de que te encuentras en línea con los valores y principios con los que quieres vivir; y después seguir inculcándolos a tus hijos. Es importante también prestar atención a lo que piensas, ya que es la base de lo que dices y haces.
En el sitio web All Pro Dad, que se centra en guiar a los hombres para que se comporten como modelos de conducta para sus hijos, Merrill dice lo siguiente sobre la elección de lo equivocado:
«Cuando nos beneficiamos de acciones cuestionables y prácticas no éticas, también estamos dejando atrás un rastro de dolor causado a otros.
Es la ley de la naturaleza, algo más va a sufrir cuando alguien toma lo que no le pertenece.
Alguien tendrá que pagar un precio por estas acciones. Lo que sucede en la oscuridad, eventualmente será llevado a la luz. Eso está garantizado».
Mirar hacia adelante
Hablando de la importancia de la integridad, varios autores han atribuido una cita a uno de los hombres de negocios más exitosos de todos los tiempos, Warren Buffett:
«Al buscar gente para contratar, busca tres cualidades: integridad, inteligencia y energía. Y si no tienen la primera, las otras dos te matarán».
Como padres, ustedes se esfuerzan por llevar a sus hijos a las mejores escuelas para asegurar que reciban la mejor educación para que estén preparados para el éxito en la vida.
Valoramos la inteligencia, pero ¿no falta algo aquí?. Como señala Buffett, la inteligencia sin integridad te matará, o al menos, a tu negocio.
Mientras la educación es importante, tu carácter es aún más importante para una vida exitosa, eso es algo que no está recibiendo la atención que merece.
Hoy, mi hijo tiene 14 años. Y aunque ya no se acurruca en mi cama, me las arreglo para darle algunas lecciones de vida mientras pasa el día.
Darle una fuerte base en moral, valores y principios, proporciona el fundamento de en quién se está transformando y ayuda a determinar su camino en la vida. Asegurarme de que crezca para ser un hombre íntegro, es mi responsabilidad como padre y miembro de la sociedad.