El tercer ojo (ojo celestial)

Editado y traducido por: Natashe Yang

Ver para creer

Una historia misteriosa pero real

Las personas que practican el qigong saben que uno puede abrir su ojo celestial a través de esta práctica. Yo nunca practiqué el qigong seriamente. Una vez lo intenté por unos días, pero como no parecía ayudar, no seguí practicando.

Una noche, en el año de 1988, tuve una experiencia inusual que cambió mi vida para siempre. En esa noche en particular me sentía  muy extraña. Yo estaba acostada en la cama, medio dormida y medio despierta y vi algo muy peculiar que no podía comprender. Llamé a una amiga budista y le pedí que viniera. Me dijo que aquello que  veía era real y además que no toda la gente puede ver este tipo de cosas. También me dijo que una vez que el ojo celestial está abierto, uno puede ver muchas cosas.

Después de eso, pude ver cosas extraordinarias. Pude ver un feto dentro del útero de la madre y decirle si era un niño o una niña. Nunca dije nada de esto a mucha gente por temor a que me  trajera problemas. Lo que les voy a contar a continuación son algunas de mis experiencias pasadas.

El nieto del presidente Zheng

El Sr. Zheng era el presidente de una universidad. Amaba el qigong y era una persona amable y honesta. Un día fui a su casa. Me dijo que su hija estaba embarazada y el médico le dijo que iba a tener una niña. Yo no conocía a su hija, pero le dije sin vacilación alguna: «Su hija va a tener un niño». Al día siguiente, trajo a su hija a mi casa mientras estaba en su tercer mes de embarazo y para mí era claro que el feto era un niño. En unas pocas semanas ella dio a luz a un varón.

El Sr. Zheng me trajo la buena noticia y me pidió que eligiera el nombre del  niño. Me negué porque no quería esa responsabilidad, pero todos sus parientes insistieron, por lo que lo llamé “Tigre”.  Les dije que  podían cambiar ese nombre en cualquier momento.

 “¿Por qué elegiste el nombre Tigre?”

“Porque vi un tigre.”

La visita nocturna

Una noche el pequeño Tigre  estaba enfermo. Alrededor de las once y media el Sr. Zheng vino a mi casa y me dijo que Tigre había estado en el hospital internado cuatro días con fiebre muy alta. Todos los miembros de la familia estaban muy preocupados. Llevaron al bebé a su casa y les pregunté si podía ayudar. Fui con ellos y vi que el pequeño Tigre tenía la cara roja por tanta fiebre. Tomé la mano de Tigre y les dije: «No se preocupen, él va a estar bien después de mi partida”. Yo ni pensé en eso antes de hacer ese comentario, sólo lo dije así.  Me fui a casa pronto.

Al día siguiente, el Sr. Zheng llamó y me dijo que Tigre se durmió después de que me fui y que a la mañana estaba bien.

Un problema oculto

Otra vez fui a casa del Sr. Zheng para ver a Tigre, que estaba durmiendo. Vi una gran masa dentro de su cabeza. La madre de Tigre me preguntó: «Recientemente, la parte de atrás de su cabeza se agrandó  y usted me dice que puede ver una protuberancia dentro. ¿Hay algo que podamos hacer al respecto? Yo le dije: «No se preocupe, todo irá bien. Envuelva en una toalla unas castañas a medio tostar y mientras todavía están calientes,  envuelva la toalla alrededor de su cabeza para cubrir la hinchazón». Más tarde la protuberancia se curó.

Un visitante

Un jefe de radiología de un hospital local vino a visitarme a casa. En el hospital era conocido por ser bastante arrogante. Me preguntó: «Míreme. ¿Hay algo malo en mí?”

Le dije sin rodeos: “¿Doctor bromea conmigo? Si hay algo malo en usted, tiene sus aparatos para saberlo”.

Él me dijo: «Tiene razón, pero quiero ser testigo de sus capacidades sobrenaturales. En los ‘80 muchas personas afirmaron tener capacidades sobrenaturales, pero muchos no les creyeron».

Le dije: «Hay algo de verdad y de falsedad en todo, incluso en el qigong. Al igual que en un hospital, no todo el mundo que lleva una bata blanca es un doctor verdadero”.

Y agregué: «Usted luce alto y saludable,  pero sus piernas han sido lesionadas”. Me pidió que viera su esófago y le dije: «Una porción de su esófago no es regular, tiene algunos pliegues allí”.

En ese momento, él se puso de pie  y exclamó: «Ahora, realmente le creo. Nunca pensé que los seres humanos podían tener los ojos como si fuesen rayos X».

Resultó que estaba a punto de jubilarse. Quería visitar a sus amigos y recorrer unas famosas montañas, pero estaba preocupado por sus piernas lesionadas durante la Revolución Cultural. Se cayó de una escalera cuando estaba preso en un campo de trabajo y no recibió tratamiento médico alguno. Nadie sabía de esta situación, pero yo pude ver su secreto. Además,  se enteró de su problema en el esófago.

Posteriormente, el radiólogo me trajo un regalo. Era un libro sobre los órganos humanos que contenía imágenes coloridas. Ha sido muy útil ya que realmente debo estar al tanto de todos los órganos internos y la estructura de un cuerpo humano si los voy a mirar.

3 comentarios en «El tercer ojo (ojo celestial)»

  1. Me párese creíble ,existe lo sobré natural y lo correcto es utilizarlo en beneficio De la humanidad sin ningún temor

  2. Me párese que se puede tener esa clase de dones sobre naturales lo importante es ponerlos al servicio de la humanidad para bien.

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