Por Lilia Santana
Practicar el silencio es según investigaciones científicas como un motor que regenera y libera la mente. Los taoístas practicaban el silencio como una forma de lenguaje que llevaba a otros planos de realidad.
Sin embargo, hoy en día, las personas saturan sus oídos con tantos ruidos que cuando experimentan el silencio, sienten un miedo abismal dentro de ellas, pareciera que hemos olvidado lo que es vivir en silencio.
En la modernidad, vivir una vida tranquila y sencilla, donde la paz interior impere es una proeza.
Nos llenamos de objetos, deseos, emociones y pensamientos, y sumado a esto, los medios de comunicación y dispositivos electrónicos, generan tanta información al cerebro, que éste queda saturado, lo que contribuye a que la mente tenga muchos pensamientos.
La escritora Sharon M. Koenig, menciona en el medio Ceuta que, tenemos sesenta mil pensamientos al día, siendo en su mayoría negativos y reiterativos y dado que la mayoría se remontan al pasado, estos impactan de una forma negativamente profunda en nuestras vidas.
Según el medio The popular school.com, estar en silencio implica impactos neuronales en el cerebro que se irradian sobre todo el organismo y modifican el funcionamiento entero del cuerpo.
Un estudio llevado a cabo en Alemania por el Research Center for Regenerative Therapies Dresden, menciona que hay procesos cerebrales que solo se pueden llevar a cabo en silencio.
El experimento en ratones expuestos a dos horas de silencio diario, mostró una generación de nuevas células en el hipocampo, la región del cerebro que regula las emociones, la memoria y el aprendizaje.
Sus conclusiones indican que el silencio tiene varios beneficios. Se produce una especie de depuración.
El cerebro evalúa la información y las experiencias a las que hemos estado expuestos a lo largo del día, luego organiza e integra la información relevante y desecha lo que no es importante.
Por lo general, el silencio nos lleva a que pensemos en nosotros mismos y esto depura las emociones y reafirma la identidad.
El silencio está asociado a otras áreas del cerebro de alta sensibilidad y donde es generado la empatía, e incluso, los sentimientos de amor.
El silencio desarrolla la creatividad, reduce el estrés y la tensión, renueva los procesos cognitivos e incluso puede bajar la presión arterial.
No solamente nos vuelve más inteligentes, creativos y seguros, sino que también el silencio tiene efectos muy positivos sobre los estados de angustia.
Podríamos afirmar que mantenerse en silencio, al menos por pequeños lapsos al día, es un factor determinante en la salud cerebral. Y con ello, un elemento decisivo para mejorar nuestro estado emocional, salud y calidad de vida.
Lao Tsé escribió el su libro Tao Te Ching el siguiente poema:
“Cierra tus ojos y verás claramente.
Cesa de escuchar y oirás la Verdad.
Permanece en silencio y tu corazón cantará.
No anheles ningún contacto y encontrarás la Unión.
Permanece quieto y te mecerá la marea del Universo.
Relájate y no necesitarás ninguna fuerza.
Sé paciente y alcanzarás todas las cosas.
Sé humilde y permanecerás entero.
Cuando las cosas anheladas ya no se desean, llegan.
Cuando las cosas temidas ya no se temen, se alejan”