El collar de cuentas de Buda

El collar de cuentas del Buda fue consagrado en el templo de una isla ubicada en medio de un inmenso lago. Sólo había un pequeño bote para que los monjes del templo llegarán a la parte continental por las provisiones. Los laicos no podían entrar en el templo.

El hecho de que el collar del Buda estaba consagrada en un templo tan inaccesible, aumentó su preciosidad, y las precauciones necesarias para mantenerlo seguro.

En el templo vivían el maestro superior que se cultivaba a sí mismo,  y otros cuantos monjes jóvenes. Los monjes estaban esperando completar  su cultivación muy pronto, en este medio monástico pacífico. Ellos se cultivaban con devoción y dedicación. Pero un día, el maestro les dijo que el collar de cuentas del Buda había sido robado.

Ninguno de los monjes lo podía creer, ya que todos ellos se turnaban para custodiar la única puerta al templo, durante todo el día. Era imposible para cualquier forastero entrar en el templo. La desaparición del collar del Buda causó un gran revuelo entre los monjes, ya que todos ellos se convirtieron en sospechosos.

El maestro superior dijo a los monjes que él no estaba muy preocupado, y que siempre y cuando la persona que había robado el collar de cuentas reconociera su mala acción y valoraran el collar, él se lo daría. El maestro les dio siete días para que reflexionaran.

Los monjes solían llevarse muy bien unos con otros, pero durante esos siete días, la atmósfera se volvió poco a poco muy tensa. Nadie se responsabilizó por el robo hasta el último día.

El séptimo día, el maestro superior dijo:

«Estoy muy contento de saber que todos ustedes creen que son inocentes. Se cultivaron a sí mismos tan bien, que incluso la desaparición del collar de cuentas del Buda no les afecto. Así que ya completaron su cultivación y se pueden ir mañana por la mañana».

Para demostrar aún más su inocencia, a la mañana siguiente los monjes empacaron sus pertenencias, y se dirigieron a la embarcación para abandonar el templo, excepto un monje ciego que cantaba las escrituras budistas en frente de la estatua de Buda. (Photo 57351116 © Ttshutter | Dreamstime.com)

Para demostrar aún más su inocencia, al día siguiente los monjes empacaron sus pertenencias, y se dirigieron a la embarcación para abandonar el templo, excepto un monje ciego que cantaba las escrituras budistas en frente de la estatua de Buda. Los otros monjes al verlo, se sintieron aliviados, porque eso significaba que alguien finalmente había admitido haber robado el collar de cuentas del Buda.

Después de despedirse de los otros monjes, el maestro superior se volvió hacia el monje ciego y le preguntó:

– «¿Por qué no te vas de aquí? ¿Haz tomado el collar?

El monje ciego respondió:

– «No, no lo hice».

– «Si dice que no tomó el collar, ¿por qué te quedas aquí para asumir toda la responsabilidad, y dejar que los otros piensen que tomó el collar de cuentas?»

El monje ciego respondió:

– «Durante los últimos siete días, la sospecha que todos sentimos uno hacia otro, creó un tremendo impacto sobres todos nosotros. No sólo me hizo daño, sino también perjudicó a los demás. Por esto necesitábamos a alguien que asumiera la responsabilidad  y así podernos sentir a gusto».

Después de oír esto, el maestro superior tomó el legendario collar de cuentas del Buda y se la puso alrededor del cuello del monje ciego, diciendo:

– «El collar de cuentas del Buda está todavía aquí, y usted es el único que aprendió a llevar la responsabilidad».

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