Desenmascarando al comunismo: Marx y el poder a través de la anarquía

Karl Marx, el fundador del comunismo, despreció muchas cosas durante su solitaria vida.

La estabilidad de la sociedad le ofendió, y por tanto trató de derrocar todas las estructuras sociales existentes a través de la revolución para luego establecer un gobierno popular; básicamente, una dictadura.

Pero, como todas las cosas malas, Marx concibió estrategias engañosas para lograr sus objetivos.

La gente de una sociedad próspera,  «burguesa», no te tomará en serio si vas y le dices que derriben a sus gobiernos. Marx entendió muy bien esa parte.

Así que descubrió algunas estructuras claves que necesitaban ser desmanteladas antes del último grito de anarquía.

Auto-identidad

Marx quería deshacerse de «la individualidad burguesa, la independencia burguesa y la libertad burguesa».

¿Por qué la individualidad es tan antitética para el socialismo?

Marx quería una revolución obrera. Pero eso no funcionará si tienes trabajadores con opiniones individuales.

Como en el caso de los sindicatos hoy en día, es muy difícil sobrevivir en el lugar de trabajo si no te unes al sindicato. Aunque no quieran, algunas personas se unen para detener las tácticas de intimidación de los sindicatos.

Marx quería un trabajador que no pensara mucho en su situación, historia y en cómo funcionan las finanzas. Porque ese tipo de educación inevitablemente haría al individuo más propenso a buscar el éxito financiero y a volverse adinerado.

A este individuo no le interesa mucho ser «víctima» y se esforzará por su futuro, sin quejarse incesantemente.

Familia

Marx escribió:  «¿En qué se basa la familia actual, la familia burguesa? En el capital, en la ganancia privada. En su forma completamente desarrollada, esta familia sólo existe entre la burguesía».

Este era un tema difícil incluso para los revolucionarios extremos. Todos se preocupan por la gente con la que crecieron, y el hogar que los hizo ser lo que son; es  una parte esencial de ser humano.

Pero Marx consideraba que las familias eran unidades individuales con sus propias costumbres, creencias y opiniones.

Se trata del control, y una fuerte unidad familiar libre que vive dentro de la sociedad, se convierte en su benefactora e influencia  las opiniones dentro de esta.

Marx tenía un astuto plan para lograr la desintegración de la familia. Uno era a través del feminismo y el segundo a través de la apropiación de la propiedad privada.

 

Ser propietario de la tierra le da estabilidad al hombre y poder sobre su entorno. (Imagen: pixabay / CC0 1.0 )

 

Propiedad

Según Marx: «la propiedad privada burguesa moderna es la expresión final y más completa del sistema de producción y apropiación de productos que se basan en los antagonismos de clase, en la explotación de los muchos por los pocos».

Cuando las personas poseen su propia tierra, poseen la libertad – la libertad de hacer lo que quieran en esa tierra y vivir como quieran. La tierra le da a la persona un sentido de propiedad y autoridad.

En los países comunistas, el pueblo se reúne para servir a los intereses de unas pocas clases de la élite gobernante. Se someten a los caprichos y fantasías de los gobernantes sin autoridad o poder propio.

Esto no se puede lograr cuando hay propietarios individuales, que exigirán a la élite que simplemente salga de su propiedad.

Patriotismo

Sobre las naciones, Marx decía lo siguiente: «Los trabajadores no tienen país».

Marx quería que los órganos de gobierno mundiales gobernaran a los hombres (como las Naciones Unidas y la Unión Europea), en lugar de a las naciones individuales con identidades únicas.

Despreciaba absolutamente la individualidad. Vio el comercio como el gran ecualizador, como en el caso actual de China, que es el centro mundial de la fabricación industrial.

Marx habría estado orgulloso de lo que China ha logrado. Todas las naciones del mundo dependen de China para entregar sus productos más básicos, desde alimentos y medicinas hasta construcción y tecnología.

Y debido a esta abrumadora dependencia, las naciones libres ahora necesitan censurar incluso sus propios medios de comunicación para apaciguar a sus proveedores chinos comunistas.

Moralidad

Todas las religiones han sobrevivido al marxismo y al comunismo. (Imagen: pixabay / CC0 1.0 )

«El comunismo suprime las verdades eternas, suprime toda la religión y toda la moralidad».

Un hombre con fe no puede ser fácilmente conquistado. Su creencia en lo divino le permite soportar increíbles adversidades y hacer tremendos sacrificios.

La comprensión de la moralidad y su práctica está enraizada en las religiones. Este concepto de fe fue la mayor prueba para Marx y una que los comunistas, hasta hoy, no han podido superar.

Es por eso que, en cada sociedad que cae bajo el comunismo, uno de los primeros pasos que dan es abolir la religión. En la religión, un hombre se ofrece a una divinidad superior. Esto hace difícil para la élite comunista establecer su dominio.

Karl Marx quería que el hombre dejara su individualidad, religión, familia, propiedad y nación para que su ideología lo reemplazara todo, y la élite gobernante fuera considerada como los únicos mandatarios.

Todas estas cualidades están protegidas en la Constitución del algunos países como la de los Estados Unidos, por estas mismas razones.

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