Convocatoria fatal

Esta historia es de la Dinastía Song (960 D.C. – 1279 D.C.).

Wang Tianqing fue un maestro taoísta en Jianchang (actualmente condado de Nancheng), en la provincia de Jiangxi.

Su discípulo, Zheng, que la gente llamaba el taoísta Zheng, siguió a Wang Tianquing durante años y aprendió de Wang la manera de invitar a la “Deidad del Trueno” a generar lluvia o eliminar demonios.

Cada vez que lo solicitaba, la Deidad del Trueno le otorgaba su presencia.

Durante el reinado del emperador Gaozong (alrededor del 1131 D.C.) en la dinastía Song, el taoísta Zheng fue al condado de Linchuan.

Varios invitados fueron a visitarlo y le pidieron conocer a la “Deidad del Trueno”. Aunque al principio el taoísta Zheng se negó a hacerlo, finalmente no pudo resistir las repetidas solicitudes y accedió.

El taoísta Zheng hizo su rutina regular: cantó los encantamientos, dibujó algunos símbolos, y luego sostuvo una espada y dijo algunas palabras en voz alta.

Luego de un rato, acompañado de vientos helados y algo de lluvia, una deidad que llevaba un sombrero largo y que portaba un hacha pesada en sus manos se apareció.

La deidad dijo, “Soy la Deidad de Trueno, vine a petición del maestro Zheng». «Por favor dígame qué tengo que hacer”.

El taoísta Zheng dijo, “Varios de mis amigos querían conocerlo así que lo cité. No tengo nada en particular para que usted haga”.

La Deidad del Trueno estaba muy molesta. Él dijo, “Cada vez que usted me cita, debo primero reportarme al Emperador Celestial qué es lo que he hecho. Hoy usted me citó para jugar con sus amigos. ¿Cómo puedo informar de esto al Emperador Celestial? Mi espada celestial no me permite bajar a la Tierra en vano. Maestro Zheng, usted debe aceptar un golpe de mi hacha”.

Con estas palabras la Deidad del Trueno golpeó la cabeza del Taoísta Zheng con el hacha. Los invitados estaban tan horrorizados que todos se desmayaron. Luego de un rato encontraron al taoísta Zheng muerto.

Cuando escribí este artículo, recordé una conversación entre mis amigos, el Sr. Chen un teólogo y el Sr. Liu, un ateo.

Ellos eran buenos amigos pero les gusta discutir el uno con el otro.

Un día Liu le dijo a Chen: “Tú dices que las deidades existen, entonces llama a una de ellas para que se presente aquí para que la vea”.

Chen le respondió,

“No puedo citar a las deidades. No puedo ni siquiera llamara a un gobernador provincial para que venga aquí y sin embargo tú sabes que existe un gobernador. Nunca has conocido al gobernador, al jefe del condado, o al presidente, pero ellos existen.

Las deidades son mucho más superiores a los gobernadores, jefes o presidentes o que cualquier ser humano. ¿Cómo podemos nosotros los seres humanos citar a una deidad por un capricho?”

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