En el octavo año del reinado de Kangxi, en la dinastía Qing (1669), Wang Zhihe viajó casi mil seiscientos kilometros desde la provincia de Anhui a Beijing para asistir al examen nacional imperial.
Wang Zhihe nació en la zona rural del condado de Xianyuan, provincia de Anhui. Perdió a su madre cuando era niño y creció con su padre, que vendía tofu en una tienda especializada. Desde muy joven, estudió mucho y aprendió a hacer tofu con su padre. Wang no solo se destacó académicamente, sino que también tenía mucho talento para el tofu.
Después de aprobar con éxito, como el mejor estudiante, los exámenes locales y provinciales se dirigió a Beijing para asistir al examen nacional.
Antes del examen, Wang se instaló en la Casa Anhui en la calle del Templo Yanshou, en las afueras de Qianmen en Beijing. Incapaz de aclimatarse al ambiente local, sufrió disentería inesperadamente.
El día del examen, no se desempeñó tan bien como debería y, como resultado, no aprobó el examen nacional imperial. Deprimido, Wang permaneció en la casa Anhui durante más de un mes.
Aunque deseaba regresar a su ciudad natal, al sur de Anhui, no tenía dinero para hacer el viaje de más de mil seiscientos kilometros desde Beijing, y lo que era peor, se estaba quedando sin dinero para comida y alojamiento.
Por desesperación, Wang recordó las habilidades que había aprendido de joven, hacer y vender tofu y decidió aprovechar esta habilidad para ganarse la vida. Compró muchas libras de soja, tomó prestada una trituradora de piedra de la Casa Anhui, alquiló una tienda cercana y abrió su tienda de tofu.
Wang tenía un talento extraordinario en la fabricación de tofu. Su tofu era blanco, tierno, delicioso y lleno de fragancia. Tan pronto como su tofu se lanzó al mercado, recibió inmediatamente excelentes críticas y se agotó. El negocio del tofu fue rentable y le permitió establecerse en Beijing.
Mientras el negocio de tofu de Wang prosperaba, el clima en Beijing se puso inusualmente extraño. Los días de verano estaban nublados y llovía durante días, lo que afectó enormemente el negocio de Wang.
El tofu sobrante pasó de blanco a amarillo, de amarillo a gris y, finalmente, olía a agua residual. Wang entró en pánico. Al ver tanto tofu apestoso, Wang no sabía qué hacer. Tomó un trozo de tofu fermentado y lo probó y, sorprendentemente, lo encontró delicioso, con un sabor refrescante en la boca.
Wang compartió con entusiasmo el tofu apestoso con sus vecinos y los vecinos al instante disfrutaron del tofu apestoso tambien.
Luego cortó el tofu apestoso en trozos pequeños, agregó especias y sal, lo puso en un tanque de agua y lo selló. Después de medio mes, nació el tofu apestoso, una de las guarniciones más populares de Beijing.
Traducido por Joseph Wu y editado por Angela