Comunícate contigo mismo

Cuida de tu cuerpo y espíritu mientras tengas la oportunidad

Kathy era mi amiga y también mi compañera. Era doctora en un hospital cerca de mi clínica. Solíamos atender pacientes el uno al otro. Kathy tenía la misma edad que yo. Era bonita y solía estar sana, pero recientemente ha fallecido.

Siempre que pienso en ella, me siento triste…

Hace siete años un cáncer de pecho atacó a Kathy. Como es habitual, se sometió a una cirugía y le quitaron los pechos.

Después de la quimioterapia y la radioterapia, perdió todo el pelo, pero después de un tiempo le creció nuevo. No pensó mucho en ello.  Al terminar su tratamiento, para ella fue como si nada hubiera pasado.

Cinco años después el cáncer llamó a su puerta una vez más. El tumor creció desde la localización original y se expandió. El tumor era duro con una superficie áspera y gruesa.

Se conectaba a muchos vasos sanguíneos y nervios y le causaba un dolor agonizante. Visitó muchos institutos de investigación y hospitales. Todo tipo de instrumentos avanzados y especialistas médicos no pudieron ayudarla.

Lloró ante mí y dijo:

-“Perdí completamente la fe en la medicina occidental. Tratan a los humanos como máquinas. Sus métodos de cambiar órganos o colocar un clavo, tubo o  vara de metal no han podido ayudarme en absoluto. Me siento tan falta de esperanza”.

Yo pensaba: Es imposible solucionar la raíz del problema reemplazando o reparando los órganos humanos con aparatos metálicos o electrónicos porque el cuerpo humano está hecho de carne y sangre, tiene inteligencia y está conectado a tú cuerpo, al universo. Le pregunté a Kathy:

-“¿Has intentado alguna vez comunicarte con tu cuerpo?”

Estaba intrigada por mi pregunta y no entendió a qué me refería. De repente, se dio cuenta de algo y dijo:

-“¿Quieres decir que la gente puede comunicarse con su cuerpo?”

Se sintió muy afligida y dijo:

-“Detesto mi horrible cuerpo con este aterrador tumor, pero tengo que vivir con ello y sufrir y ser controlada por ello«. “Pronto, estaré libre de este cuerpo y seré un espíritu sin dolor. Si Dios puede ofrecerme otra oportunidad y darme otro cuerpo humano, me gustaría vivir como tú y practicar la meditación. ¿Sabes cuánto te admiraba cuando te veía sentado allí haciendo la meditación? Sabes cómo cuidar de tu cuerpo y de tu espíritu, pero es demasiado tarde para mi, todo está perdido”…

Kathy dejó este mundo.

Si tienes la suficiente suerte de leer esta historia, espero que no repitas el camino de vida de Kathy. Cuando todo acaba, es demasiado tarde para cualquier arrepentimiento.

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