Cómo el rey Federico incorporó a las papas como alimento en todo el mundo

Por Ratul Saha

¿Crees que se puede influir en los gustos alimenticios de las personas?

Federico II de Prusia (también conocido como Federico el Grande o el «Rey de la Patata») buscó formas de alimentar a su población y reducir el precio del pan en el siglo XVIII, para lo cual tuvo una idea bastante interesante: sugirió la patata como una nueva adición apropiada a la dieta de la nación.

Algo a tener en cuenta, es que en esa época, los campesinos se negaban a plantarlas, decían que las patatas eran asquerosas y tenían un mal sabor. Así que el rey Federico decidió rebautizarla como verdura real, produciendo plantas de patata en campos de la nobleza y ordenando a sus soldados que las custodiaran.

Federico II por Johann George Ziesenis (Imagen: vía dominio público)

Las patatas: Una breve historia real

Las especies de patatas silvestres se encuentran en todo el continente americano, desde Estados Unidos hasta el sur de Chile. Tienen sus raíces en el actual sur de Perú y el extremo norte de Bolivia, donde se consumen desde hace 7.000-10.000 años.

Desde entonces, se han expandido por todo el mundo y se convirtieron en un cultivo básico de muchas naciones.

Tras la conquista española del Imperio Inca, la patata llegó a Europa en la segunda parte del siglo XVI.

Francisco López de Gómara, historiador español y secretario de Hernán Cortés, mencionó por primera vez la patata en su crónica Historia general de las Indias en 1552. Aunque nunca visitó el continente americano, vio que los habitantes del altiplano de Colloa, cerca del lago Titicaca en los Andes peruanos, vivían a base de maíz y papas, es decir, patatas, y tenían una vida saludable, podían vivían hasta los cien años o más.

Fue así que los agricultores europeos comenzaron a adoptarla lentamente, y rápidamente se convirtió en un alimento básico y en un cultivo de campo crucial, que contribuyó significativamente a la explosión demográfica del siglo XIX en Europa.

Conquista de Europa

En su camino desde Sudamérica hasta España, la patata hizo un desvío en las Islas Canarias, esto se sabe porque, en noviembre de 1567, se enviaron tres barriles de papas, naranjas y limones verdes desde Gran Canaria a Amberes.

En 1574 se transportaron dos barriles de papas de Tenerife a Rouen a través de Gran Canaria. Si se tarda al menos cinco años en cultivar suficientes papas para que se conviertan en un producto de exportación, la naturalización de la planta en las Islas Canarias se produjo en 1562.

Por su magnífica floración y su exuberante follaje, las patatas se introdujeron ampliamente en Europa como plantas puramente estéticas y como especies raras en los jardines botánicos.

La importancia de este nuevo alimento

Todos los ejércitos necesitaban alimentos para luchar, y la movilidad de las tropas bajo el reinado de Federico el Grande en el siglo XVIII requería un gran esfuerzo logístico.

Era necesario reunir alimentos, no sólo para los soldados que luchaban, sino también para sus caballos. Comenzar una lucha para vivir fuera del país se consideraba un último recurso; tenían que estar preparados para cualquier batalla militar.

Al igual que otros ejércitos en el siglo XVIII, el ejército prusiano dependía principalmente del pan. Como el pan se echaba a perder rápidamente durante las guerras largas, se llevaba harina y se instalaban panaderías en el campo. 

La ración diaria de pan de un soldado prusiano era de 1 kg. Para elaborar 100 kg de pan se necesitaban 75 kg de harina. La harina diaria necesaria para un ejército con una asignación de pan de 100.000 barras, requería casi 70.000 kg. 

Además, se proporcionaba una ración de carne, licores y verduras, pero una vez asegurado el suministro de pan, un líder podía planear su siguiente operación sin preocuparse por la alimentación. 

Así que el engaño fue esencial para ahorrar una cantidad considerable de dinero y suministros.

La harina diaria necesaria para un ejército con una asignación de pan de 100.000 barras de casi 70.000 kg. (Imagen: Galiyahassan vía Dreamstime)

La última palabra la tiene el rey

El 24 de marzo de 1756, Federico dictó una orden que sorprendió a todos, y no sólo abarcaba a Europa, si no también comenzó a abarcar al mundo: que se cultivaran patatas para la alimentación, con una multa si no se cumplía.

Otras naciones europeas ignoraban entonces esta hortaliza, creyéndola sólo ornamental o, peor aún, mortal o diabólica. Pero gracias a la ayuda de Federico, un cultivo atípico asumiría su posición en la corte del rey y en la cocina del campesino.

Según la cronología estricta, Federico no llevó la patata a Alemania. Sin embargo, su promoción de la patata en Prusia, y el subsiguiente aumento de su popularidad en todo el continente, fueron importantes, hasta llegar al día de hoy, en donde las papatas forman parte de los platillos más ricos y populares de cualquier parte del mundo.

Un dato curioso acerca de esta historia, es que si visitas el cementerio del Père Lachaise, en París, es posible que te encuentres con una tumba cubierta de patatas con las palabras «Merci pour les Frites!» en Sharpie, es decir, muchas gracias por las patatas.

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