Por Emma Lu
n Ela antigua China, los padres criaban a sus hijos de una manera tan recta que incluso si no estaban en su presencia, seguían lo que decían los padres y seguían siendo nobles. Tomemos, por ejemplo, la historia de Fei Hong.
En una ocasión Fei Hong estaba jugando al ajedrez con su amigo y ambos querían ganar. Acabaron discutiendo, y el resultado fue que Fei Hong abofeteó a su amigo en la cara, lo que hizo que éste se enfadara mucho.
El padre de Fei Hong estaba lejos de casa en ese momento, pero le envió una carta a su hijo después de enterarse del incidente.
Con su carta, también envió una vara de bambú y le ordenó a Fei Hong que le llevara la vara de bambú a su amigo para disculparse y ser castigado por su comportamiento. Fei Hong siguió las órdenes de su padre y fue a la casa de su amigo.
Al principio, su amigo no quiso verlo. Así, que Fei Hong tomó la vara de bambú y se golpeó a sí mismo.
Después de golpearse varias veces, su amigo salió y vio lo que estaba haciendo Fei Hong. Sin ninguna explicación, su amigo comenzó a llorar en voz alta y lo abrazó.
Fei Hong estaba desconcertado. Le preguntó a su amigo:
“Esto es completamente mi culpa, pero ¿por qué lloras tanto?”.
El amigo de Fei Hong también quería ser noble
Su amigo dijo:
“Quiero ser como tú. Tienes un padre estricto contigo, pero mi padre ya falleció, y quiero tener a alguien que me cuide y me eduque; ¿Cómo puede ser eso posible? Por eso estoy tan triste”.
Desde entonces, los dos se reconciliaron y fueron como hermanos.
Fei Hong era de la dinastía Ming y fue el campeón del concurso imperial. Ocupó muchos cargos importantes, como el de Secretario de educación y Primer ministro.
Fue inculpado y obligado a retirarse de la corte imperial. Una vez restaurado su nombre, volvió a prestar servicio. Entró y salió de la corte imperial tres veces en toda su vida y, sin embargo, siempre mantuvo su carácter noble.
Fei Hong tuvo una carrera exitosa, que tuvo mucho que ver con su educación disciplinada y su carácter noble.
En la antigüedad crecían los jóvenes con un carácter noble. Me pregunto ¿Qué dirían los psicólogos de hoy sobre esto?