Por Yi Ming
Una noche, durante una tormenta de nieve en Texas, un joven llamado Chris encontró su coche descompuesto y quedó atrapado en los suburbios. En tanto que se sentía muy ansioso, un hombre a caballo pasó por allí. Cuando vio a Chris, no dijo una palabra, pero utilizó su caballo para llevar el coche de Chris hasta la ciudad.
Más tarde, cuando Chris le agradeció y le ofreció una gran cantidad de dinero, el hombre le dijo:
“No necesita agradecerme, pero quiero que me prometa que hará todo lo posible para ayudar a otras personas cuando estén en problemas”.
Durante años, Chris cumplió su promesa ayudando a mucha gente, y cada vez repetía la misma observación de aquel hombre.
Muchos años más tarde, un día durante una inundación repentina, Chris quedó atrapado en una isla. Un adolescente valiente arriesgó su vida y salvó Chris.
Cuando le dio las gracias, el joven dijo:
– “No tiene que darme las gracias, pero quiero que me prometa que…”.
El pecho de Chris de repente se llenó de calidez. Se dio cuenta de que la cadena de amor que había comenzado a mover entre tantas personas, finalmente había vuelto a él a través del adolescente; las buenas obras que había hecho por los demás ahora se hacían realidad para él mismo.
Traducción: Yi Ming