El gobierno chino intimida a sus ciudadanos para que se sometan a las ideologías comunistas.
Beijing parece estar exportando la actitud al extranjero, especialmente a Canadá, donde las personas de etnia china están ahora siendo acosadas por tener mente propia.
Bullying chino
En Canadá hay alrededor de 2 millones de personas de origen chino. Aunque han estado viviendo en paz durante gran parte de las últimas décadas, en este momento las cosas no son tan fáciles.
La creciente influencia de Beijing está haciendo que cada chino-canadiense tenga miedo de expresar su opinión sobre los errores cometidos por el Partido Comunista en su tierra natal.
Si critican al gobierno chino de alguna manera, los miembros de su familia que están en China podrían ser acosados o arrestados.
Para empeorar las cosas, estos chino-canadienses temen que señalar con el dedo a China pueda desencadenar el racismo en su contra.
«Definitivamente, la gente tiene miedo de hablar… Pero es un dilema. La gente también teme a la reacción violenta, a que los canadienses de la corriente principal pensarán que todos los canadienses chinos están involucrados en la infiltración, o a que están trabajando para Beijing y serán sospechosos”,
comentó Ivy Li, de los Amigos canadienses de Hong Kong, al National Post.
Las personas que pertenecen a comunidades perseguidas como los uigures, tibetanos y practicantes de Falun Gong, son blanco específico de matones comunistas si hablan en contra del régimen chino.
El Departamento de Obras del Frente Unido de Beijing se ha infiltrado y controla a cientos de organizaciones comerciales y comunitarias chinas en Canadá.
Los medios de comunicación en idioma chino en el país están en gran medida bajo el control de empresarios ricos que están aliados al Partido Comunista.
Solo unos pocos, como The Epoch Times, NTDTV y nuestro propio medio Vision Times, se atreven a exponer las realidades que suceden en China y en las comunidades chinas en el extranjero.
El gobierno chino ha extendido su influencia y vigilancia incluso a las universidades. Las actividades de casi 80.000 titulares de visas de estudiantes chinos, son monitoreadas constantemente para garantizar que no critiquen al estado.
Cualquier actividad «anti-Beijing» en las universidades canadienses, se neutraliza de inmediato a través de amenazas o de coerción.
En agosto, la Universidad Simon Fraser en Columbia Británica fue objeto de acoso por influencias pro China.
Un muro con mensajes en apoyo de las protestas de Hong Kong fue destrozado. Un hombre que hablaba mandarín, calmadamente destrozó los mensajes a pesar de que alguien le rogaba que se detuviera.
El perpetrador continuó diciendo en cámara, que llamaran a seguridad ya que no tenía miedo. El cuerpo estudiantil de la universidad aprobó una resolución que condena el ataque.
«[La sociedad] apoya firmemente el derecho de todos los estudiantes de la Universidad Simon Fraser a expresar pacífica, respetuosa y libremente sus puntos de vista sobre la situación política en curso en Hong Kong»,
indicó la resolución (South China Morning Post).
Riesgos de Hong Kong
Los disturbios en Hong Kong han sacudido la confianza de las empresas canadienses que operan en la ciudad.
Temen la creciente posibilidad de que el gobierno chino eventualmente tome el control completo de Hong Kong, de esa manera matando esencialmente el entorno comercial liberal de la ciudad.
Ottawa ha pedido a los 300.000 canadienses que viven en la región que ejerzan un «alto grado de precaución».
«Subestimé el nivel al que esto podría llegar con los disturbios allí… Es importante estar realmente en sintonía con las hojas de té… y asegurarme de que no esten subestimando los riesgos, en las jurisdicciones de bajo riesgo, porque puede suceder»,
señaló Paul Doucet, director de seguridad para Canadá en International SOS, una firma de seguridad de viajes, a Global News.
Algunas de las empresas canadienses han suspendido los viajes corporativos a Hong Kong.
Las empresas también buscan ayuda para proteger a sus empleados de las consecuencias de los disturbios debido a obligaciones legales.