Por Ben Maloney
El dictador Joseph Stalin de infame recordación, dijo que un muerto es una tragedia, pero un millón es una cifra estadística. Resulta que la ciencia está apoyando partes del hecho de que nuestra empatía tiene límites.
La razón por la que damos generosamente a una causa, y no del todo a otra, es muy interesante. El psicólogo Paul Slovic, responde a esta pregunta en su nueva investigación.
Resulta que la información y las estadísticas sobre las causas no nos afectan tanto como lo que vemos. Por lo tanto, escuchar una historia sobre un individuo es algo que podemos asimilar y sentimos que se puede cambiar algo con lo que damos. Por otro lado, una gran estadística de una causa que realmente necesita atención, hace que nuestro cerebro se disperse, porque sentimos que es demasiado abrumador para nosotros ayudar, por lo que terminamos sin haciendo nada.
Al final, la investigación mostró que la mayoría de las personas, cuando se enfrentan con el gran problema de dar, se niega a hacer lo que pueden, pues se sienten mal por lo que no pueden hacer.
Básicamente dejamos que nuestra culpa anule nuestra decisión de hacer el bien.
Es comprensible, pero no necesariamente aceptable. ¿No deberíamos tener más compasión en nuestros actos?
