Aristóteles y el incesante asunto de la felicidad

El filósofo griego Aristóteles dijo que:

«La felicidad depende de nosotros mismos».

Para comprender completamente la esencia de la felicidad del hombre, creía que debemos tratar de comprender la facultad distintiva de un ser humano.

La fama, dinero, reconocimiento, amor y otras cosas que ponen una sonrisa en nuestros rostros son como gotas de agua, momentos fugaces en la vida.

Aristóteles hablaba de la felicidad duradera, la que no se disipa fácilmente con el tiempo.

Punto de vista Aristotélico

En su trabajo Ética a Nicómaco dijo que las acciones humanas son necesarias para realizar el bien supremo: la felicidad o la eudaimonia.

Para alcanzar el objetivo final de la vida, uno debe perseguirlo cumpliendo su única función, es decir, es algo que solo los humanos pueden realizar.

Al explicar la especial funcionalidad del hombre, el gran filósofo derivó de sus investigaciones biológicas.

Sus actividades de investigación dieron como resultado cuatro cosas que existen en nuestro mundo: minerales, plantas, animales y humanos.

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Aristóteles enseñando al futuro conquistador Alejandro. Ilustración de Charles Laplante, 1866. (Imagen: Wikimedia / CC0 1.0)

El filósofo pensaba que el propósito de un mineral es descansar, ya que no tiene alma; el crecimiento y la alimentación son los medios de una planta para su bien superior, mientras que la reproducción es el objetivo principal de un animal.

Respecto a los humanos, Aristóteles dijo que su propósito es la capacidad de razonar.

Si lo piensas, los humanos son los únicos seres vivos en la Tierra capaces de actuar basados ​​en principios y, como resultado, asumir la responsabilidad de sus acciones.

Somos más avanzados que los animales que buscan territorio y reproducción.

El libre albedrío y las mejores perspectivas en la vida, son bendiciones exclusivas de nuestro especie; por lo tanto, como seres racionales, debemos esforzarnos por canalizar nuestra función de manera que logremos una vida racional.

Como Aristóteles explica en Ética a Nicómaco, la función del hombre es llevar una vida basada en un principio racional.

Esto conlleva desempeños buenos y nobles de la función del hombre y las acciones bien realizadas son testimonio de una vida de excelencia.

Esto significa que para alcanzar la felicidad, uno debe ejercer su capacidad de razonar, expresada con virtud ética.

Virtud ética

Desde el punto de vista de Aristóteles, la virtud ética es «hexis» un estado o disposición hacia sentimientos apropiados, resultantes de los hábitos de cada persona.

En términos simples, la virtud ética es tener un sentimiento correcto dirigido a una determinada situación. Los rasgos de carácter como coraje, templanza, honestidad, etc., son virtudes éticas.

Las acciones que se ejecutan con virtud ética, son los ingredientes de la felicidad.

Courage is a virtue. (Image: Pixabay / CC0 1.0)
El valor es una virtud ética. (Imagen: Pixabay / CC0 1.0)

Todas las virtudes éticas actúan como medios de oro entre los estados de exceso y deficiencia. Por ejemplo, el valor es el punto medio entre la cobardía y la imprudencia.

Una persona con juicio racional entiende que algunos peligros valen la pena el riesgo.

La templanza es el estado en medio de la indulgencia excesiva y la insensibilidad. Podemos observar este estado cuando una persona come solo la cantidad apropiada de alimentos para dejar algo para otras personas.

Sin embargo, debe estar en tu intención hacer una obra virtuosa para que cuente, o de lo contrario la felicidad no se puede lograr, según Aristóteles.

Un ser humano es feliz cuando vive de acuerdo con las virtudes a lo largo de su vida.

Entonces, desde la perspectiva del filósofo, a través de acciones virtuosas, ya sea en salud, conocimiento, amigos o riqueza, y un razonamiento sólido, encontraremos la verdadera felicidad que conduce al florecimiento de nuestra naturaleza humana.

En un mundo donde la gratificación instantánea es lo que más se busca, podríamos mirar hacia atrás a la filosofía de Aristóteles y probarla. Como dice el dicho:

«La vida es una cuestión de elección».

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