Antiguo método de extracción de sal de mar – Salinas de Lo Valdivia, Chile

Por Veronica Rosselot

Las Salinas de Lo Valdivia son muy antiguas siendo explotadas desde los tiempos de la Colonia. Son únicas en Chile junto a las Salinas de Cáhuil que quedan en la misma Sexta Región del país.

Son lagunas litorales de agua dulce que, en épocas de mareas altas, se llenan con el agua salada del mar. Aprovechando esto, el hombre ha logrado sacar la sal, esperando que el calor de sol evapore el agua.

Lo Valdivia está a 46 kilómetros al sur de la ciudad de Pichilemu, capital de la Provincia Cardenal Caro de Chile.

La simpleza de la sal

La forma que usan para sacar la sal es muy simple.

Acumulan agua salada en piezas poco profundas, llamadas calles de salinas, parecidas a las siembras de arroz.

Cuando el agua se va evaporando, la sal se junta en una de las piezas más grandes o cuartel.

Finalmente, esta salmuera se transforma y se deposita en forma de cristales, que son recogidos en hangarillas de sacos o madera y la sal la amontona en la orilla.

Para levantar el agua para echarla a las piezas, se usa un objeto llamados impulsador, que es un cajón de lata, sin tapa y abierto en uno de los extremos. En el otro extremo lleva un largo mango para tomarlo.

Todo este aparato se cuelga de una vara, sujeta por tres postes amarrados en forma de pirámide.  Con un movimiento de balanceo, el impulsador se llena de agua la que es lanzada hacia una de las piezas de las salinas.

Sales del tiempo

Usualmente es entre octubre y abril que se hace la tarea de sacar la sal, siendo el mes de enero el más productivo. La primera producción de sal en un año normal, es en enero.

En los primeros meses el proceso es lento y después de la primera extracción, la producción es mes a mes. Una vez recogida la producción, se prepara otra cantidad de agua, usando para ello las mismas piezas.

En época de sequía, se logra sacar hasta cuatro producciones, ya que se adelanta todo el proceso.

La extracción de la sal en estas salinas es una tradición que ha forjado a muchas generaciones.

Cada persona que visite el sector y se detenga a conversar con esos rudos hombres, podrá percibir sus penas y alegrías y valorar el trabajo y el esfuerzo de esta gente tan amistosa y hospitalaria

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