Por Vision Times Chinese —
Esta historia se difundió por Internet, y muchas personas fueron afectadas por ella hasta derramar lágrimas.
El presunto delincuente era un trabajador migrante de unos 30 años. Él había secuestrado a un niño de 6 años de edad. Aunque el niño estaba ileso y no sufrió graves consecuencias, el migrante todavía era objeto de sanciones legales.
El muchacho, a quien el trabajador migrante había secuestrado, era hijo de su jefe. El migrante trabajó ocho meses, pero aún no había recibido ni un centavo de su jefe. Él era la única fuente de ingresos de su familia. Su madre sufría de enfermedad cardíaca grave, su hijo necesitaba las cuotas escolares, y su hermana menor estaba mentalmente enferma y necesitaba tratamiento. Cuando le pidió que le pagara, su jefe impaciente ordenó a los guardias de seguridad que lo sacaran de la oficina. Por último, consideró que esto era intolerable y secuestró al hijo de su jefe.
Después de hacer esto, se arrepintió de su acto. Podría haber huido fácilmente, pero temía que el niño pudiera estar asustado y sufriera algún accidente. Así que llevó al niño en sus brazos. Cuando apareció la policía, el muchacho estaba profundamente dormido en sus brazos. El migrante fue condenado por el tribunal a cinco años de prisión.
Cuando el juez iba a cerrar el caso, una anciana en la tribuna del público, dijo: «Por favor espere, tengo algo que decir». La dueña de la voz era una dama de edad, la abuela del niño, la madre del jefe. Después de que el niño fue secuestrado, la anciana estuvo postrada en cama, porque era el único varón entre sus nietos. Poco a poco se acercó al banquillo y se paró frente al trabajador migrante, con los labios temblorosos. De repente se inclinó, e hizo tres reverencias profundas ante el trabajador. Todo el mundo se sorprendió.
La anciana tenía el cabello canoso, y su rostro estaba cubierto de lágrimas. Lentamente dijo: «Joven, la primera reverencia es una disculpa de mi parte en nombre de mi hijo. Fallé en educarlo correctamente, lo que le permitió tratarlo a usted injustamente. No debería ser el único que enfrente un juicio, mi hijo es el verdadero culpable. La segunda reverencia es una disculpa de mi parte a su familia. Las malas acciones de mi hijo no solo le hacen daño a usted, sino también a su familia. La tercera reverencia es en agradecimiento. Le doy las gracias por no herir a mi nieto y no dejarle la más mínima sombra en su mente. ¡Usted tiene un gran corazón!”.
Todos en la corte estaban visiblemente conmovidos por las palabras y el comportamiento justos de la anciana.
El trabajador migrante se echó a llorar pues estaba muy conmovido y lleno de remordimiento. El resultado fue que el jefe no sólo le pagó los salarios atrasados, sino que además llevó a la madre y a la hermana del trabajador a la ciudad para que recibieran tratamiento médico.
La historia tuvo un final feliz. El perdón y la justicia de la anciana redimieron el alma de su hijo. No importa el camino que elijas, «vivir con rectitud» debe ser el primer principio. No hagas cosas contrarias a los valores morales, cosas que hagan que tu madre tenga que inclinarse en tu nombre.

Traducción e Investigación por Edward Fang y Mona Song